Me llama la atención la sensación que siento (inguesumadre la redundancia).
Sentí escalofríos de saber que mi percepción, mi vida y visión eran comparables a un pequeño ratoncito que apenas asoma el ojo a través de un hoyuelo en la noche y alcanza a visualizar alguna penumbra, quizá una de las tonalidades del gris; pero lo que me contenta es que siempre, SIEMPRE habrá otra playa, otro sabor, otra historia.
Cuan hermoso es saber que no estamos solos y siempre habrá quien coincide en que la noche es negra y el mar azul, quien te pueda dar la mano y brindar en un domingo cualquiera, que bella es la vida, así, sin más, encuerando mi lenguaje burdo y sencillo y gritando a los cuatro vientos que es mejor sentir que no sentir, y que me siento tan feliz por vivir en la casa de mi mamá y por oler este olor, por comer esa comida, por brincar ese brinco, oríllese a la orilla (pull over to the pull over), subir esa subida y bajar esa bajada, que me regocijo en esta catarsis extasiada y me embarro de chocolate en una lucha de lodo (pero en chocolate) y me chupo los brazos, las piernas, el meñique y el anular.
Que bonito ver a mi abuelo levantarse a las seis de la mañana con esa energía, a moler el elote y prepararse para vender los tamales para poder comprar su café y galletas y cenar rico con su nueva novia Lidia. Que alegría que se esté reponiendo de su carita torcida, que bella su barriguita de sandía y su cabecita calva, ver que él no tiene prejuicios. Y yo me quejaba por mis lonjas y mis pecas, ¡inguesú!, bienvenidas lonjitas, sean bienvenidas en mi cuerpo pequitas, sí Abelino “me siento bien, pregúnteme cómo”, no lo sé, simplemente me siento tan viva y siento la sangre correr en mis venas. Veo payasos, brincolines y estrellitas por todos lados. Es la una de la madrugada y no tengo sueño, quisiera bailar, ¡voy a bailar!.
Voy a dejarme llevar con la pluma sin toparme con barreras, sin pensar qué debo o no escribir acorde con quién sabe qué, viva la irreverencia, me voy a sacar los mocos, andar bichi, vomitar y rascarme una nalga, mañana no voy a trabajar, ¡ajúa!.
Que viva México, que viva Zapata, que viva la Revolución y los Niños Héroes, aunque se hayan tropezado y no sepan que son héroes.
Viva Fox, viva Salinas y viva Colosio, que Dios nos bendiga y un saludote a Santa Claus que viene pronto.
Seguro en este momento Ishmajá, Chuy y Dios están pisteando y tienen un partyson allá en el cielo, saludos a mi apá. Bye.
Sentí escalofríos de saber que mi percepción, mi vida y visión eran comparables a un pequeño ratoncito que apenas asoma el ojo a través de un hoyuelo en la noche y alcanza a visualizar alguna penumbra, quizá una de las tonalidades del gris; pero lo que me contenta es que siempre, SIEMPRE habrá otra playa, otro sabor, otra historia.
Cuan hermoso es saber que no estamos solos y siempre habrá quien coincide en que la noche es negra y el mar azul, quien te pueda dar la mano y brindar en un domingo cualquiera, que bella es la vida, así, sin más, encuerando mi lenguaje burdo y sencillo y gritando a los cuatro vientos que es mejor sentir que no sentir, y que me siento tan feliz por vivir en la casa de mi mamá y por oler este olor, por comer esa comida, por brincar ese brinco, oríllese a la orilla (pull over to the pull over), subir esa subida y bajar esa bajada, que me regocijo en esta catarsis extasiada y me embarro de chocolate en una lucha de lodo (pero en chocolate) y me chupo los brazos, las piernas, el meñique y el anular.
Que bonito ver a mi abuelo levantarse a las seis de la mañana con esa energía, a moler el elote y prepararse para vender los tamales para poder comprar su café y galletas y cenar rico con su nueva novia Lidia. Que alegría que se esté reponiendo de su carita torcida, que bella su barriguita de sandía y su cabecita calva, ver que él no tiene prejuicios. Y yo me quejaba por mis lonjas y mis pecas, ¡inguesú!, bienvenidas lonjitas, sean bienvenidas en mi cuerpo pequitas, sí Abelino “me siento bien, pregúnteme cómo”, no lo sé, simplemente me siento tan viva y siento la sangre correr en mis venas. Veo payasos, brincolines y estrellitas por todos lados. Es la una de la madrugada y no tengo sueño, quisiera bailar, ¡voy a bailar!.
Voy a dejarme llevar con la pluma sin toparme con barreras, sin pensar qué debo o no escribir acorde con quién sabe qué, viva la irreverencia, me voy a sacar los mocos, andar bichi, vomitar y rascarme una nalga, mañana no voy a trabajar, ¡ajúa!.
Que viva México, que viva Zapata, que viva la Revolución y los Niños Héroes, aunque se hayan tropezado y no sepan que son héroes.
Viva Fox, viva Salinas y viva Colosio, que Dios nos bendiga y un saludote a Santa Claus que viene pronto.
Seguro en este momento Ishmajá, Chuy y Dios están pisteando y tienen un partyson allá en el cielo, saludos a mi apá. Bye.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario