octubre 25, 2007

A veces me pregunto si mi misión en esta tierra es la correcta, y a pesar de las adversidades me doy cuenta de que sí, la sociedad está marchita, todo es muy frío aquí y a veces caigo en el absurdo por un momento, pero me doy cuenta que no debo claudicar, que no me debo rendir ante esta empresa que he adoptado. Sí, es luchar contra un sistema, contra un monstruo enorme de cuatro patas y tres cabezas, en el que a veces me veo reducida a una cucaracha, pero es mi misión, a veces la misión implica sacrificio y habrá quien sepa apreciarlo y quien no y realmente eso no es lo importante, sino que el ideal supremo de que la educación reforme esta sociedad corrupta y en la que únicamente vale el maldito dinero.

Jamás he pensado en cambiar mi vocación por un puño de monedas, así me pagaran 20 pesos la hora haría con gusto mi trabajo, pero a veces se me nubla la vista cuando se cree que mi trabajo sirve sólo para rellenar un horario, para que me paguen la hora, a mi qué chingados me importa la hora cuando me desvivo porque las personas comprendan que nuestra participación histórica es indispensable para que el mundo deje de ser el basurero en el que estamos.

Me da tristeza, mucha tristeza que a diario haya tanta muerte, tantas violaciones, coches bomba, fundamentalismos, guerras, frialdad, hipocresía, muerte, autoritarismo, indiferencia, falta de interés, cuando se ha tenido que pasar por una historia de muerte, de sangre, para que podamos estar aquí, así, con esta libertad que no sabemos apreciar.
Qué puedo hacer yo, de qué manera puedo cambiar el mundo, pues en mi triste inocencia todavía creo, todavía tengo esperanza de heredar a mis hijos, y a los hijos de la tierra un mundo más humano.

Estamos viviendo una verdadera decadencia, todo se esfuma, y no lo puedo permitir.