julio 29, 2009

Oda a la Tijuana mía


Voy en camión, cargando una pesada mochila a mis espaldas, con un soundtrack de Bowie y observando atenta los cambios que sufre mi ciudad, voy andando los caminos que ya recorrí, pero ahora con otra mirada… la mirada de una ausente.
Respiro el viento fresco y mi espíritu se infla de un orgullo hasta ahora desconocido, de una raíz que siento muy mía.


Voy viajando caminos de baches, observo transeúntes agotados cargados de tiempos perdidos en una parada del tranvía; voy en medio de conductores desesperados por los malos trazos de la ciudad y las largas vías que no acaban, continuas mejoras que nunca terminan por abrir caminos más ligeros; miro sus rostros de cansancio y desesperación ante una ciudad que aman con violencia y obsesión y que los traga asfixiándolos en una dinámica de amor impetuoso.


Veo colisionar una metrópoli, puedo oler el hedor a la miseria, la urgencia que consume la vida en un pestañeo; empero voy en ese camión inmensamente feliz, cargando mi pesada mochila, sudando, transbordando, hambrienta …, con los múltiples cláxones y mentadas de madre que van tejiendo una hermosa melodía en mi mundo rosa de mi Tijuana hermosa y me sigo sintiendo feliz, porque nací en algún lugar, porque tengo recuerdos, porque tengo parientes y amigos en una ciudad fronteriza que puedo caminar a mi manera, en la que tengo mis atajos, mis propias rutas bien sabidas…, y cuando un forastero me pregunta una dirección puedo contestarle qué taxis, qué bulevares, qué calzadas puede tomar, le puedo relatar su historia porque es mía; y asimismo, cada plaza, cada cerro, cada eterno recoveco viejo y sucio, cada callejón y sus tragedias los asumo míos.


Ella tiene un perfume muy peculiar y un rostro que reconozco y en el que me reconozco…, y parece que la patraña de la identidad sí existe y que tengo una, aquella misma de la Tijuana mía, de su centro, de su zona, sus esquinas, de esos bares que parecen no reconocer el tiempo, de sus calles tan llenas de sangre, de sus brazos refugio de todos y por todos mancillados.
Tijuana baila, Tijuana reza, Tijuana canta y es incansable, lo huelo en la estela que deja ese viento tan de todos y de nadie.


La indepe, el floris, la 4ta, el panteón jardín, el mariano, módulos, otay, el centro, la zona, playas, el insurgentes, la 5 y 10, el aguacaliente, el díaz ordaz, la ermita, los pinos, la presa, el latinos, el presi, el guaycura, el mirador, la cárdenas, la pancho villa, la Altamira, el ruby, el fundadores, la 9, la 3ra, la 1ra, la constitución, niños héroes, la revu, la madero, la rápida, el río, la cacho, el miraflores, el info, la línea, ruta 1 de playas, ruta 2 de playas, la liber, la postal, la jauja, el niño y sigue creciendo…

julio 28, 2009

A Gogol

Lo vi morir, fue algo irreparable, todo estaba bien dos segundos antes, pero un ataque de locura lo hizo disparar y fue contraatacado, todavía recuerdo esa imagen lenta, agónica, burlona, de unas balas que cambiarían nuestros destinos para siempre. 

Cuando ya no hay vuelta atrás, cuando de súbito nos es arrebatado un amor y en el absurdo llamado tiempo un segundo antes era, y un segundo después jamás será, se siente la pesada loza de un presente vuelto pasado en un instante. Un instante jamás comprendido, antinomia de la muerte y de la vida.

Cuerpo inerte, de sangre ahogado, cuerpo que se lleva mis recuerdos…, yo me quedo con los suyos. Lo vi morir y todavía recuerdo ese dolor innombrable, una agonía inefable que llevo a cuestas. Las lágrimas parecían absurdas ante tal suceso, no pude llorar, mi vista se perdió entre la gente, el dolor me carcomió por dentro…y por fuera, sólo un grito ahogado me acompañó en ese amargo pesar.

Y que no me digan que la vida sigue, que no me den dos palmaditas en la espalda haciéndome creer que no estoy sola cuando siento que ya no tengo ojos, se han secado; ya no tengo lengua, me la he tragado; ya no tengo oídos, renuncio a ellos; ya no tengo olfato, todo se ha vuelto de un café-gris y de un olor nauseabundo que no merece la pena sentir. 

Quién en veinte siglos o más que tiene la especie humana deambulando por esta tierra reunirá lo que te conformaba, cada detalle, cada broma, cada travesura infantil, cada beso. 

Perder a un ser amado por la estúpida violencia merece mi desprecio y hace que me de asco la especie humana. A veces me avergüenzo de ser terrestre.

julio 16, 2009

El elevador

Estaba en un hospital, me subí a un elevador y presioné un botón rojo, este se soltó de lo que lo detenía haciendo un estrepitoso ruido y me llevó hacia los pisos de abajo, más abajo de lo real.

Abrí la puerta del elevador forzándolo con las manos y vi que no había rastro de alguna forma de vida humana, todo lucía brillante, con un verdor primitivo y el aire se respiraba pesado de tan limpio; había ruido de selvas, silencios desiertos, pisadas gigantes, quizá alguno que otro dinosaurio que no vi y variadas especies sin fin. La vida brotaba del agua, los árboles se movían con una cadencia natural, sin represión alguna, no había tala, las ramas se esparcían entrelazándose con otros árboles milenarios y se formaba un cielo verde, de entre las ramas se asomaban tenuemente unos rayitos de luz que derramaban magia. Yo andaba borracha y el miedo hizo estragos en mí, pues me sentía encerrada en un mundo al que no pertenecía, aun a pesar de ser totalmente libre tal como la utopía primitivista que había añorado años antes.

A pesar de que la curiosidad hacia presa de mi, decidí retroceder y no dejarme atrapar por la belleza de esa tierra extraña y tan mía, tan de nadie que me ahogaba de tanta libertad. Regresé al elevador y presionar ese botón rojo para que me sacara de tan profundo hoyo en el espacio y tiempo, y sin decidir mi destino el elevador me llevó hacia arriba. El elevador se estacionó de golpe en un asentamiento nazi y al salir fui a escondidas a cubrirme con un camisón blanco, pues estuve desnuda cuando descendí hasta lo que parecía ser el principio de los tiempos; logré robarme unos zapatos blancos y descubrí que seguía en el hospital de donde originalmente había partido.

De repente me vi auxiliando a algunos heridos de la segunda guerra mundial, veía suásticas adornando las paredes, los techos de las casas, banderas con la terrible imagen del ideal que causaría el holocausto no sólo judío, sino de incontables seres humanos. Me encontraba horrorizada de no entender el idioma, de no estar al tanto de los primeros auxilios y de que me descubrieran tarde o temprano; me sentía perdida, hundida en un tiempo-espacio ajenos a mi conciencia, a mis recuerdos.

Cuando inicié la curación de un soldado nazi que había perdido un brazo, quise quitarle las vendas y por un momento sentí que se me volcaba el mundo y un torbellino arrasó con mi mente sometiéndola a un mareo delator y un vomito injustificable. Lo que me salvó fue que el soldado estaba sedado y entre el alboroto no muchos se percataron de mi existencia, entonces decidí subir al elevador, pensando que cualquier lugar era mejor que estar en Auschwitz. El elevador subió y subió, hasta perder la cuenta de las horas que transcurrieron para llegar a ese opaco lugar, tan lleno de claros tranquilos, el viento corría leve, suavecito y una brisa fresca lo inundaba todo, aun sin escuchar el ruido del viento mis oídos percibían una melodía adormecedora, apaciguante y penetrante hasta el alma.

Desde esa alta cumbre blanca se observaba el mundo y estaba dividida por un sin fin de objetos de todas las épocas, hechos por el ser humano; llamó mi atención tanto objeto ajeno a mi conocimiento y comencé a hurgar entre los materiales, al llegar al tope descubrí que del otro lado de estos objetos no había nada, sino un precipicio que conducía al vacío…, mis ojos se saltaron y me alejé como si me hubieran puesto enfrente de las llamas del infierno, de entre los objetos logré observar discos, muebles, ropa, pergaminos, libros y zapatos, sentí que los objetos tenían vida propia, pues al tocar cada uno de ellos me hacían ver incontables imágenes y sentires en un corto segundo, sentí un miedo descomunal pero la atracción hacia lo desconocido me atrapó y caminé como autómata hasta encontrar unas zapatillas cafés que me puse sin pensar y sentí cómo esa fuerza escondida se apoderó de mi, cual si un trozo de la esencia del poseedor original se impregnara por todo mi cuerpo y pensar.

Las zapatillas parecían pertenecer a la década del 40, ya dentro de mi habitaba la energía de una mujer judía, me sentí desesperada y no comprendí a la raza humana, una tristeza infinita colmó mi ser y el hambre causó un deterioro notable en mi cuerpo, la cara se marchitó, las venas se traslucían en mi piel agrietada por los trabajos forzados, los ojos hundidos casi no distinguían el entorno y la amargura de haber perdido dos niños en Polonia me dejó devastada. Sentí el sabor amargo y atierrado de las ratas sancochadas que nos daban de comer, pedazos de rata cruda y maloliente eran la única esperanza de salir con vida, todo fue inútil; mi vida se tornó miserable y vacía, pero no sé de dónde me brotaron fuerzas y seguí corriendo, como si ese horizonte blanco me gritara en el corazón que si seguía encontraría a mis hijos perdidos; el blanco enceguecía mi perspectiva pero a pesar de los tropiezos y la sangre en mis rodillas ante ese mundo áspero del cielo, seguía corriendo con la fuerza de una mujer débil que es movida por los hilos de la voluntad más férrea. Me fui encontrando con gente muy muerta, todos iban corriendo y parecía que esa sería su eternidad.

Más adelante me volví a trepar a la barda para mirar la tierra y un calor inesperado me asfixió, bajé un poco y observé ropa antigua y un par de discos llamaron mi atención, los introducí a la bolsa, después un junkie gringo que se había pasado con una sobredosis de heroína me atacó y revisó mi mochila, estaba obsesionado con Boy George y pensó que había robado los discos de vinil de Culture Club que tanto habían marcado su vida, me puse un momento junto a él y decidí ayudarle a recuperarlos, los buscamos entre ese montón de objetos de todas las épocas del hombre hasta que los hallamos, y al tocarlo comencé a sentir el sinsabor de la soledad, las ansias de drogarme y de estar siempre en un estado mental alterado, comencé a sudar frío y a sentir un dolor calcinante, grande dolor…

Seguía ebria y corriendo con las zapatillas de la dama judía…, estando muy cansada alcancé a visualizar con mis lastimados ojos el blanco de un elevador, no dudé en subirme y éste me llevó a una colonia de la ciudad de Tijuana, era la época de Octubre y llegué a una fiesta de Halloween y encontré mucha gente del pasado, a la primera que vi en la puerta de esa casa oscura fue a Mary, me dio un abrazo muy fuerte, diciéndome que no me había visto en años, sentí tristeza de saber que había estado aletargada tantas décadas, seguía ebria y no estaba disfrazada, la fiesta llegaba al final de una etapa. Observé barriles de cerveza vacíos, botes y basura por todos lados y supe que hubo un concurso de disfraces, ese concurso lo ganó mi amiga Mónica, me dijo con tono indiferente que su disfraz lo había comprado y que no le importaba haberlo ganado, era un disfraz de la mosca (película).

En esa fiesta alcancé a ver un par de hombres que por su aspecto parecían de otra época, llevaban boina y sus pantalones cortos colgaban de unos tirantes, traían puesto un saco café y gastado por los años, corrí tras de ellos sintiendo un alivio y ellos correspondieron mi abrazo, me había convertido en esa madre judía tan sólo para reencontrar a esos niños otra vez, me quedé con mis zapatillas del cielo para toda la vida.…

julio 10, 2009

Spider


Tengo una rara afición por el Spider, considero que tal es mi vicio que mis records son los siguientes:

VICTORIAS: 436
DERROTAS: 1748
PORCENTAJE DE VICTORIAS: 19 %

No obstante reto a alguien a que supere mi record de menos manos, he hecho 90, cuando un jugador principiante lo menos que puede hacer son 140, un jugador medio 120, un jugador algo experto 100 o 95 manos, pero yo pude hacer felizmente 90 y me siento orgullosa aunque a la vez me frustra no poder romper mi propio record, tengo testigos. Es decir, he logrado 1210 puntos. Reto al mundo a que me quite mi trono. Mi clave fue la alegría, una cerveza helada y ser osada al arriesgar la perfección y facilidad que implica un partido de un solo palo completo contra la posibilidad de lanzar cuatro palos completos y el azaroso destino de que se me formen líneas de tres cartas ordenadas, lo cual me ahorra manos.

Nota: una vez lanzando cuatro palos completos el vicio no puede volver la vista atrás y la osadía se vuelve una droga, por tal razón he perdido 1748 veces, dado que el azar está más a favor de la derrota que de mi especial y único record de 90 manos que estoy segura pocas personas en el mundo podrían lograrlo.

Esta noche

2:11 am, una botella de vino blanco, ahora sigue el vino tinto, "In the arms of Sleep" de Smashing Pumpkins, la prepa, si no escuchara me daría un balazo, no escuchar para mi equivale a no sentir, así lo siento. Cubierta por un soundtrack (me gusta la sequedad en la boca que produce el vino tinto), sin la música la vida se vuelve nimia, difusa.

Sueños

En realidad la vida es muy corta, ¿cuando fue que me hice adulta?, ya no tengo 14 años y me siento de 12, pero tengo 26, que raro, que un número determine tantas cosas, no me gusta. Quiero ser yo sin convenciones. Cuando era más joven pensaba que llegaría muy lejos, creía que alcanzaría a realizar mis sueños y creo que lo estoy logrando, pero no son sueños de éxito y del ansiado “be the best”, creo que mis sueñitos son alcanzables porque no son en base a un “i want to conquer the World”, son simples, sencillitos y pequeños, como dice mi amiga Gaby… ¿quién dijo que el mejor de los mundos posibles es el del éxito, la fama, el dinero, una buena casa, un buen esposo (aunque ya lo tengo)?


El mejor de los mundos es el que a diario me he venido inventando desde pequeña, es el que más me gusta, es el que roba mis sueños, y qué tal si mi mejor de los mundos posibles es ordeñando vacas, o peinando viejecitos, o cortando cabello y haciéndola de psicóloga con los clientes.

He aquí los sueños que ya he cumplido antes de los 30. (Mas los que me he de inventar en el camino).

1-Universidad terminada (Lic. en Filosofía).
2-Diplomado en estudios de género en educación.
3-Maestría en Educación campo Formación Docente. (Cursándola)
4-Aprender a bailar salsa bien a bien. (me falta ganar un concurso)
5-Ir a Cuba antes de que Fidel muera (con mi Kekito).
6-Ser amiga y novia por siempre de mi Kekito.
7-Ser más libre de pensamiento (en esas ando).
8-Plantar un árbol.
9-Tirarme del Bonji.

Lo que me falta
1- Doctorado en Filosofía del S. XX.
2- Ser deportista de por vida (atletismo, patinaje y ciclismo)
3- Recorrer la Baja en una combie floreada junto a mi Kekito.
4- Regalarle un Maverick azul y pasear por la Baja con puras oldies aca… machín.
5- Bajar cinco kilos y ahí permanecer.
6- Comer hongos alucinógenos en Oaxaca con el amor de mi vida.
7- Tener un Datsun o Volvo rosita 69 al 75.
8- Ser cantante en un café.
9- Tener una panadería integral que tenga puros cuadros oldies, mesitas y rock & roll con Kekito.
10- Tener un huerto de rosas.
11- Hacer una banda chila, como de surf o algo así… con mi Kekito.
12- Ir a recorrer México de mochilazo con él… o quizá en una Combie.
13- Ir a Liverpool “The Cavern”, conocer a Ringo Starr y Sir Paul MCCartney, darles la mano, un abrazo y las gracias.
14- Escribir un libro, editar uno solo, que esté listo para reproducir pero antes de eso quemarlo y regocijarme en ello.
15- Ganar un concurso nacional de oratoria.
16- Cantar en el df with the band.
17- Vivir la experiencia de un sonidero en Tepito bailando cumbia y salsa cuidada por los NANA PANCHA.
18- Alcanzar a ver cuando el imperio caiga y ser parte de una revolución.
19- Vivir lo suficiente estando sana, quizá 104 años, pero al lado del amor de mi vida (me rehuso a creer y a querer vivir si no tengo un espíritu con quien compartir este camino).