LA ASFIXIA (qué se siente morir)
Estar consciente de la asfixia, ese último instante de ojos bien abiertos en que me despido de mí. Comenzar a sentir que el terror y la adrenalina inundan estos sentidos que fueron míos, tacto, vista, oído, gusto y olfato que me dieron existencia y fueron el puente para entender esta falaz ilusión de lo real.
Estar presente en mi asfixia, descarnada, de una vida que se me derrama a mares, sin piedad, sin lapsos ni pausas para entender que me diluyo y me convierto en ese monstruo vacío al que llamarán muerta.
Estar despierta en la asfixia, e irme apagando en un horror desbordado ante la nada que viene, que viene ya.
Sentirme fría, saco de huesos y plasma que fui.
Requiescat in pace.
SER ETERNA (lo que temo de morir)
Despierto, sueño que muero y despierto, único consuelo dormir, soñar, para salir de esta cárcel sin fin. Todo es blanco, vacío, soy alma, conciencia en un grado que asfixia, !nunca lo pedí!
No hablo con nadie, llegué al nirvana y me hice una con el universo, pero consciente, !silencio repulsivo apágate ya!, vagabunda del cosmos, !en qué infierno he caído!, y no, no hay paraíso ni dios ni maligno.
Si por lo menos el fuego padeciera, y pudiera gritar efusiva que ya no puedo más...pero no, quietud, calma, silencio y serenidad repulsiva y perenne.
!Oh quietud!, si pudiera ulular.
VIDA, MUERTE, NADA (consciente de estar viva)
Últimamente he constatado aún más mi condición de ser orgánico, que somos seres hechos para la muerte y comienzo a apreciar ser dueña de un cuerpo, el cual puede bailar, al que puedo decorar a mi manera.
Cuando nacemos nos transmiten que hay una realidad, en la cual la gente de manera ordenada va a trabajar, elige una pareja, compra cosas que le dan un sentido y orden a lo cotidiano. Hoy me doy cuenta que todas las ciudades son construídas y así la cultura y las aglomeraciones humanas; por lo tanto son piezas de un rompecabezas que se puede desacomodar y reacomodar...la realidad se desvanece. También la identidad está compuesta de elecciones y recuerdos, los que nos hacen quienes somos.
Tengo la certeza de que la vida es un manjar que se tiene que venerar, disfrutando, porque somos seres que tienen el privilegio de ser concientes de la belleza que nos rodea, o de experimentar con los sentidos.
Amo de la vida dormir y soñar, que un otro se dé cuenta con un abrazo que tengo un cuerpo, vivo, fuerte, fisico.
Amo de la vida tener un lenguaje con el cual me puedo desbordar.
Amo de la vida danzar y que la música me mueva en un cúmulo de movimientos estéticos que expresan belleza.
Amo vestirme y maquillarme dándole identidad a este cuerpo que soy.
Amo saborear el picante, el café, el hielo, el mango.
Amo el ritual de la playa, pies en la arena, piel caliente.
Es entonces cuando concluyo que estoy aquí por nada y hacia la nada voy, y las culpas, los miedos, los complejos caen uno a uno, desprendiéndose de mi mente y cuerpo, porque también son una invención.
Y es entonces que pienso y agradezco que mi única meta en la vida sea la búsqueda de la libertad, en la danza, en el canto, en el cuerpo, en la ropa, en los viajes y en las decisiones.
!Que no se nos olvide nuestra condición efímera!, casi etérea, de transparencia.
Tampoco olvidemos que hubo imperios que ya no son, para que cada respiro lo demos con la conciencia del adiós.
Que no se nos olvide que antes de nacer no fuimos y este respiro que somos hay que agradecerlo siendo justos con los otros, quienes también buscan un pedacito de gloria en esta tierra, porque estos momentos son los únicos que la conciencia y los sentidos registrarán y sentirán, y después de este suspiro... la nada.
QUIERO MORIR UN VIERNES (cómo me gustaría vivir mi muerte)
Quiero morir un viernes,
cuando la tarde umbría aceche de luna mi morada,
cuando las luces una a una enciendan a gotas la esperanza,
cuando los olores a hierbabuena del invierno me obsequien el último aliento,
y sea mi último suspiro líquido, musical, fresco, desgarrador y a la vez agradecido.
Cuando la lluvia me brinde el día más gris,
intenso gris, fosforescente gris, colorido gris,
y mi último trago se encuentre aderezado de melancolía,
por haber amado la vida con la intensidad de lo que nunca es cotidiano, ni común ni ordinario.
Melancolía del que de verdad se duele,
del que añora la pluma, la música, la arena,
el cinematógrafo, la mantequilla, el pan, la albahaca,
y esa bebida marrón del des-consuelo que sabe al amargo-dulce de la tierra.
Morir cuando el frío erice hasta la piel del alma
y me estremezca la estridencia del r&b-soul-country-blues
haciéndome danzar sin melodía ni pauta,cuerpo extinguiéndose,
que todo resto de razón desaparezca, disolviéndose en locura agónica,
de una flama que se apaga y vuelve a bailar al son del viento su último vals enloquecido.
Quiero morir extinta, desbordada,
agotarme en mi, quiero morir de viernes,
engalanada de fiesta, cuando la vida prometa,
y las luces sepia calen hondo en mi existencia.
(Inspirado en el "Para entonces" de Manuel Gutiérrez Nájera)
!Viva la vida!