diciembre 10, 2018

Y volar...

Lanzarme en paracaídas ha sido una de las experiencias de vida más absolutas e intensas que he vivido.

Estar ahí fue paz total, un salto al vacío despojándome de miedos, un salto de fe que sacudió mis certezas y también mis entrañas.

Firmar "riesgo de muerte" marcó un antes y un después para la vida. No sólo fue un salto de libertad, sino de dejarme caer, permitirme volar y saberme una llama que se apaga, una nada que se consume en sí misma.

Jamás seré un ave, pero juro que hoy me siento más ligera, y en mi espalda han brotado dos pequeñas plumas transparentes y etéreas.

No hay comentarios.: