noviembre 09, 2018

Bajo el mar

El señor tiempo dormía por siglos.

Soñaba que soñaba que soñaba.

Y cuando despertaba de su soñar que soñaba, se volvía a echar una siesta para descansar de tanto soñar.

A veces, cada 22 siglos, se estiraba y salía de su conchita a ver cómo iban sus asuntos de importancia.

Se daba cuenta que un mundo nuevo de especies eran sus contemporáneos y se sentaba a la orilla de por ahí a observarles danzar, luego hacía reverencia a la débil luz que se asomaba para ir a solar otra vez.


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