agosto 31, 2018

Existencialismo de tarde II

Los rayos de sol de millones de absurdos años, planeta azul dando vueltas en un círculo que no tiene final.
Imperios emergen y caen, guerras atroces que no dejan ninguna moraleja, misma historia de sangre  y huesos sembrando la verdadera historia de horror que nadie escribe.

Nacemos, soñamos, pequeñas creaturas insulsas, pequeños gusanos de esperanza que en un guiño divino desaparecen, a veces sin dejar rastro.

Pobre raza humana sin sentido, !nunca supo a lo que vino!


Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
¡tú no tienes Marías que se van!

Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
Y el hombre sí te sufre: ¡el Dios es él!

Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado...
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.

Dios mío, y esta noche sorda, oscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.

Vallejo.

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