Soy un ave que vuela sin rumbo,
que contra el viento planea en las noches,
soy un ave perdida entre el cielo
y el inframundo.
No comprendo el racimo de ayeres,
que sutil se ha posado en mi pecho,
son veinte años que ahora son polvo,
un retrato amarillo, un suspiro.
Lunas menguantes, lunas crecientes,
que en mi rostro arrugado se sienten,
soy arena en abandono,
ola que eclosiona y muere.
Soy fantasma que pisó la tierra,
fuego fatuo en camposanto,
eco de risa de nadie,
grito sordo de bruja olvidada.
La locura acontece,
el suspiro no alcanza,
y la soledad gana,
Soy sombra de cementerios
carcomidos
por tumbas de otros siglos,
siglos sin nombre,
eco perdido del polvo que fui.