octubre 22, 2023

¡Renuncio!

¡Renuncio!

Renuncio a ser de carne y huesos. Renuncio a este cuerpo limitado que apenas respira.
Quiero ser un par de zapatos viejos de bajo perfil, que pertenecieron a la última estirpe de los Medici —quizá un pariente lejano que fue duque— y que en los cachivaches de uno de sus castillos en los acantilados de Eslovenia, allá por el sótano prohibido, lucen distantes.

Quiero sentir la mirada de nadie, el nulo paso del tiempo que abdicó de sus aposentos, la soledad de fuego de aquellos sirvientes que en el invierno van y desempolvan el entelarañado rincón de los zapatos, para así, de vez en cuando despertar a ese ilustre incendio de la mañana al correr la cortina, donde me recuerdo que existo, que soy un ser que habita en el silencio del sosiego.

De vez en cuando, cada medio siglo, quiero que algún pariente lejano me mire y no encuentre en mí ningún tesoro, me lance de nuevo al recinto cómodo de mi rincón y me deje en paz.

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