En aquella boca se encontraba una selva fresca, llena de cascadas que hacían puente y se colaban en mi entraña.
En aquella boca carnosa que se antojaba morder y perderse en ella, y me perdía.
En aquellos labios había caminos sin retorno hacia mí misma y la sensación de ser piel, carne, sangre que corre en maremotos.
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