agosto 03, 2023

Soliloquio en el Everest

Respiro, el canto de los pájaros en un eco distante, me acompaña. Estoy sola, la gélida voz de la tarde me susurra al oído. A cada paso mis pies honran el camino de los muertos. Cierro los ojos, mi alma descansa en este saco de huesos y sangre que soy. Abro los ojos, mi cuerpo descansa en ese abismo insondable que soy. 

En una complicidad cósmica el incendio de la vía láctea me acaricia quedito. 

Pienso en el recorrido, en las horas de esfuerzo en que caía, y en las horas de triunfo en que me sentía tan pequeña.

Respiro, respiro, respiro, y el aire es agua en mis pulmones, entonces soy un pez, soy una estrella de mar, soy la brisa que acompaña la alegre mañana de domingo, soy el canto del viento, soy mortal y he llegado.


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