Antes de la pandemia no conocía el sentimiento de vomitar pedacitos de mi alma. Quería expresarme cantando, y mi almita descansaba de sus tribulaciones y mortificaciones; pero cuando, durante el encierro, conocí qué es acompañar con música a mi canto, entendí cuál era mi sanación.
No le sé mucho a la guitarra; no obstante, lo que he aprendido me corresponde, me salva.
¡Oh fortuna que se atraviesa en mi camino en forma de ruido!
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