Abro los ojos, la sangre sigue efervescente entre mis venas, todos los días me maravilla que no he muerto, que sigo en este juego, y mi recuerdo no se encuentra en una tumba solitaria, humedecida por la primera lluvia de invierno.
Entonces río, respiro y siento, recuerdo todas las vidas ya vividas y me estremezco, al recordar de dónde vengo, entender mi lugar en este libro aún abierto.
No estoy flotando, aún no he muerto, cada día es un nacimiento.
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