Como profesora de Literatura o Filosofía comparto temas que me gustan o invito a escribir ejercicios que pienso que les pueden atraer a lxs estudiantes...ese es mi trabajo.
Pero hay momentos, como en el día de hoy, en que te encuentras una niña rota que pareciera una almita enclaustrada en dolor y sufrimiento desde hace cien años y escribe una carta confesión esperando ser leída, donde narra lo fácil que pudo haber sido lanzarse por las escaleras, pero decidió la vida. Te dice: "gracias por darte el tiempo de leerme", y a una se le parte el corazón de esperanza.
Y otra niña te dice que escribir una epístola antigua la conectó con su voz, y se dio cuenta que sí puede expresarse o tiene cosas importantes por decir. Y ahí es que les festejo la palabra y la belleza, se ilumina su carita y hay una especie de portal que se abre y que no se cerrará jamás: decirnos, leernos, modificarnos.
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