Una débil fuerza mesiánica asomaba de ese pobre hombre sobre el que cayeron como látigo todos males de la humanidad.
Jesús fue el punk de su tiempo, el rebelde con causa de aquella historia, y aquella tarde del que sería después el año 33 d.C., las nubes demostraban su rabia, la muchedumbre enardecida le lanzaba escupitajos a quien sería un semi-dios, el rey de reyes post mortem.
Nadie es profeta en su tiempo, dicen los que saben, ¡yo lo vi!, ¡le vi a los ojos porque yo era Barrabás!, el ladronzuelo que le vio a los ojos y lo entendió todo, aquel hombrecillo de apenas 1.58 sí era Dios.
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