-Rosy - le decía la pequeñita, y Rosy le cerraba un ojito en modo coqueto.
-Rosy - jugaba la infanta, y Rosy deslizaba la pestaña en señal de juego.
-¡Rosy, Rosy, Rosy, Rosy, Rosy, Rosyyy! -decía la pequeñuela en modo insistente y enfadoso, y Rosy abría y cerraba los ojos con el entrecejo fruncido y los ojos sangrantes.
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