Amada Juana de Asbaje,
Le escribo esta epístola con la esperanza de que llegue a sus manos, con la aferrada fe en que este es el último puente que edifico entre nosotras, y que tal vez cuando me lea sean solo ecos de una muerta; así es, de una bruja acusada de follar con el diablo.
No gané la batalla, mi bella, hoy a las 7 voy a la hoguera, pero sepa que desde lo más oscuro de un abismo cualquiera, en donde habrán enviado mis cenizas, he de enviarle mi pasión y consuelo.
Y sí, reclúyase en las frías paredes y pasillos de un convento, lea, escriba poesía y deje constancia de que una mujer también piensa, que nuestras nietas sepan que en nosotras corrieron ríos de sangre para que ellas sean libres y vivan vidas dignas de ser vividas.
Le amaré con locura hasta en la eternidad.
Siempre suya,
Leonora Cienfuegos.
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