No soy tan fan del miedo, aunque hay personas que lo defienden como una forma de prevenirnos ante el verdadero dolor. Creo que es uno de los sentires que desearía extirpar de la condición humana.
¡No es justo!, vamos creciendo, envejeciendo y poco a poco nos vamos dando cuenta de lo bella que es la vida, de lo libres que podemos ser, de lo ligeros que podemos sentirnos de todas las ataduras y convencionalismos estúpidos que la sociedad erige como si estuvieran tallados sobre piedra.
¡No es justo!, porque hay quien no se da cuenta y vive cargando una piedra a sus espaldas, como el pobre y tonto Sísifo, y nunca prueba de las mieles de la libertad.
¡No es justo!, quisiera comprender lo que hay que comprender antes de morir.
¡Ya no quiero más vidas!, ¿qué tal si reencarno en mi némesis?, ¿qué tal si mis pesadillas de aquella nueva vida me recuerdan que yo era yo y estoy encarnado en el cuerpo de una monja católica que se dedica a desperdiciar la vida?
¡No es justo!
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