agosto 10, 2005
!Cumbia!
***
El ataque negro, de mirada triste, de desconfianza y queja se desvanece.
El ataque rosa, de arcoiris y nubes con solecitos sonriendo se apaga (pero este ataque en particular me gusta, voy a ir a buscar carbón para que se vuelva a encender la llamarada).
Llega otro ataque, el de la realidad, y este a su vez lucha con mi creencia en la magia, el elemento del cual está hecha esta ciudad y sus atardeceres nublados y frescos (pareciera que el mar se ha salido y en pequeñas partículas se ha ido volando por todo Tijuana dejando rastros de humedad, las plantas están llenas de rocío otra vez y el agua del aire entra a los pulmones dejando un cosquilleo en la garganta, en la nariz).
Si la descripción de este cosmos y su naturaleza no se definen como milagro y magia, entonces no sé de qué manera hacerlo, pues cada suceso, desde estar respirando es sorprendente. También el poder comunicarse a kilómetros de distancia con una niña que si no fuera por esta red y su iniciativa no la hubiese conocido jamás, me alegra no ser cavernaria; este presente aunque confuso y efímero me gusta, es música poder escuchar el ruido de los trailers que vienen de Sonora, que han visto el seco paisaje del desierto y sentido el silencio, que han pasado por la majestuosidad de la Rumorosa y han estado a mil metros sobre el nivel del mar. Todo es música.
Lo afirmo, este universo es producto de un Mago, sí, con varita mágica y esas estrellitas que aparecen al crearlo todo, quizá es un Dios Mago, o un Dios-Mago-Diablo; ¿porqué separarlo todo en dualidades?, Dios es bueno, malo, voluble, depresivo, alegre en los extremos, bailador, borracho y hasta fuma mota, dicen por ahí que lo han visto algunas veces en el callejón Coahuila bailando cumbia con las doñitas.
Hemos hecho de nosotros una visión mítica que se ha salido de control convirtiéndose en un híbrido monstruoso; ...palabras, voces que nos cantan al oído para adormecernos, y por eso hemos caído en la desesperanza al visualizar que el concepto del individuo es un simple arreglo del lenguaje, un licuado de patriotismo, hermandad, bondad, unidad y grandeza que no existe.
No somos dioses, ni tenemos la suerte/maldición de ser perennes; sin embargo hay algo que vale la pena, pues a pesar de estar en esta tierra unos instantes y después la muerte, tener un amigo es razón suficiente para compartir con él lo más que se pueda recibir de esta tierra; hemos hecho guerras, causado hambruna, propagado enfermedades devastadoras y destruido mucho a nuestro paso, sí... somos fauna, y la razón no nos ayuda como especie, pues la principal razón que nos da la vida, el agua, la comida y lo maravilloso de estar conciente de ello se nos escapa de las manos como un jarro de barro lleno de agua que se quiebra convirtiéndose en polvo y lodo.
El aposento de la tierra lo destruimos, estamos bien hundidos en “sistemas” de gobierno diseñados por los que saben de nuestra ignorancia y ejercen el control proponiendo formas de vida ready-made... fírmale aquí, toma esta tarjeta, este crédito, endéudate con este carro, puedes tenerlo todo y no tener nada, nos ofrecen el sedentarismo en banquetes, vidas pagadas a 30 años, para amarrarnos un buen rato al sistema productivo y a la falacia del buen mando y oportunidades que nos da el partido político de momento que nos hipnotiza con sus "mejoras" rebajando la dignidad del ser humano por un cuartito de 2m x 2m, más valdría irse a vivir al cerro o acampar todos los días de la vida en la playa, libre, sin deberle a nadie, sin preocuparse de echar un cerco y encerrarnos en el mundito del patio trasero de la casa. Hay tanta tierra que oler, que el hecho de estar asentado en una caja de zapatos es afixiante. Aunque no pueda hacer nada ni en 80 años que probablemente tenga de vida, me quejo de la explotación, duele.
A fin de cuentas el hecho de ver a mi mamá reír justifica mi existencia, así de sencillo, sin sentido, ¿cuál sentido? perderle el sentido a la vida por el hecho de saber que es inútil todo lo que hagamos equivale a decir que la vida sólo tiene sentido si después de la muerte nos espera una sorpresa, la sorpresa de la vida eterna, ¡y no!... en la vida misma se deposita el sentido... en vivirla ya, ahora, en irse corriendo descalza a la calle y mojarse con la manguera, en tomarse una limonada bien fría y ver unos capítulos de los Caballeros del Zodiaco, en posponer el final de ese libro por la nostalgia de no querer terminarlo, en regar la plantita que está en la ventana de la cocina, en masticar Jelly beans; ... las tardes son muy cortas, no hay tiempo de quejarse, hay vasto entretenimiento en esta tierra, quien no sepa encontrarlo carece de imaginación, como yo a veces.
***
El verdor de las matas, una amistad que va naciendo, aunque lejos, en quién sabe cuál planeta te encuentras Verónica, que estás más cerca de mi que cualquiera de mis semejantes cercanos en espacio-tiempo, a un día, a cien años luz, a un segundo de mi, a un abrazo de distancia, una distancia que no es, que rompe con los parámetros de la física y cualquier convencionalismo humano.
Eras una fantasmita bella, un ser sin nombre ni manos, un muerto que jamás conocería, tu mirada me era ajena y tus circunstancias ignotas, pero un llamado de tu corazón a este pesimismo que a veces se me encarama en el lomo me lo tumbó de encima; saber que en algún lugar está la chica con la que algún día me tomaré unas cahuamas Indio o Victoria y tiraremos hueva uno de esos domingos de hastío me causa un gozo profundo.
Acuérdate que yo pongo las películas y el cartón de cahuamas, tú pones las botanas, quizá unos chipotles y más al ratito un pescado zarandeado de esos que quizá haya en tu pueblo, ¡mmmh! probablemente no saldré de tu casa en un buen rato.
Extraño el hecho de tener una amiga con quien compartir, así... sin miedos tontos, sin límites, sin que nos comportemos como adultos. Estoy segura que dentro de nosotras está encerrada aquella niña que quiere dar marometas en el pasto y jugar con el lodo a hacer pasteles. Te extraño amiga de otro planeta, aun sin haberte conocido.
Te dedico la rolita del hijo del pueblo mija.
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