Desperté y mi madre me dijo: "tu padre te tiene un regalo", la esperanza me recorrió el cuerpo, y en ese breve lapso en que se confunde el sueño con la realidad, pensé que si mi padre me tenía un regalo, entonces no estaba muerto.
Después le marqué a su número de celular, no me contestó, pero sonaba vigente, otra señal de que mi padre seguía aquí. Pregunté por él y me dijeron que andaba por ahí, luchando todavía contra el cáncer, llevaba cuatro años en la batalla y yo lo pensaba en la nada.
Entonces hice memoria de todas esas ocasiones en que he soñado que está vivo y luego sucede en ese oscuro abismo entre lo onírico y lo real que me doy cuenta que no lo está, y pensé que quizá siempre fue al revés, pues era en mis sueños que estaba muerto.
Al final, extremadamente convencida y esperanzada de que mi padre sí estaba vivo, desperté, y en ese instante misterioso donde el tiempo y el espacio no tienen lugar, creí con toda la fe que nunca he tenido que mi padre vivía. Pero después, mientras el sonido estruendoso del tic-tac del reloj regresaba como tortura a mi conciencia, recordé que hace once años mi padre desapareció para siempre.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario