Al ver este video: http://vimeo.com/70534716 recomendado por Herick Acosta, me sentí menos triste de como me había venido sintiendo, fue muy ilustrativo y entendí algunas cosas. Gracias Herick.
Y ahora me pregunto, ¿qué tanto nuestra vida gira en torno a las redes?, aunque haya quien tenga dispositivos electrónicos y crea que hace otras cosas mientras también está conectado, es una ilusión, dado que ahora todos los minutos del día giran en torno al eterno "beep", a menos que decida desconectarse.
Me pregunto también, después de lo que vi, ¿qué tanto de lo que publicamos (ya editado por supuesto) entre fotos, comentarios, links, música, etc., somos nosotros?, a través de las redes modelamos nuestra personalidad, publicamos únicamente lo que queremos que sea visto de nosotros, una personalidad que deseamos, que hemos elegido y creemos que eso nos hace ser quienes somos.
Si realmente las personas supieran de mis insomnios, de mis obsesiones, de mis pensamientos raros y recurrentes, de mis existencialismos de madrugada, de mi poca funcionalidad como persona a veces, de mis fotos horrendas, de mi poco sentido común, de los absurdos que a veces cometo cuando hablo..., quizá no se me acercarían.
Con esto tampoco estoy afirmando que la persona es una en las redes y otra en la vida real, pero sí que en esa elección y edición de la persona que queremos mostrar y entre nuestros pensamientos más profundos, hay un abismo, hay una pérdida de lo natural, hay un diseño del ser. Ningún ser humano es tan transparente, no puede ser, el cerebro es muy complicado y un individuo (cualquiera que éste sea) siempre será un enigma. Y estamos en nuestro derecho, libertad de expresión, libertad de elección en torno a lo que queremos expresar sobre nosotros mismos.
No quisiera que mi comentario se tome como si estuviera satanizando las redes, al contrario, me gustan, me conecto y desconecto todo el día, esperando ver un número iluminado de color rojo con el fin de creer que no estoy sola, que tengo más de mil amigos y mi vida es más interesante porque soy un poco omnipresente al tener la posibilidad de estar al mismo tiempo con quien se me antoje a un solo click.
Recuerdo cuando abrí facebook, no me animaba a publicar muchas fotos porque lo creía un exceso, pensaba que luciría pretenciosa al subir fotos solamente de mi rostro, todavía conservaba cierta vergüenza al hacer auto-retratos sin otro argumento que mi vanidad, ¿como por qué?, ¿para qué?, ¿a quién le interesaría ver fotos de mi rostro una y otra vez si soy la misma, pero más vieja? aburrido. Antes, estaba segura que un par de fotos eran suficientes. Ahora, con el paso del tiempo, como con todo, he naturalizado la mirada, y subo fotos a diestra y siniestra aunque estén horribles, sin valor estético y sin relevancia en mi historia, aunque se repitan, queriendo mostrar no sé qué..
Siento una especie de nostalgia, recuerdo cuando no tenía celular y decidía ir a algún lugar sola, toparme con sorpresas, y el día se tornaba mágico. Recuerdo también el sentimiento de que nadie sabía dónde me encontraba, y caminaba por las calles de Tijuana con nadie virtual a mi lado, ni con un cable conectado a mis conocidos o familia. Ahora pienso, ¿cómo le voy a hacer para encontrar a mis amigos cuando sea el armagedón y se vaya el internet para siempre? y es en ese divagar que otra especie de nostalgia me invade.
Hoy, tan condicionada a la conexión, no sé qué haría sin el nuevo y maravilloso para mi Spotify, youtube, blogger, hotmail, mp3 converter, 4shared, facebook, seriales, etc. Un ejemplo de estas páginas es suficiente, si por error o hackeo se borrara mi blog, entraría en depresión, pues el reflejo de mis pasos, sentires y pensares está narrado ahí, soy yo en lo virtual.
Estamos solos, cada vez más, y así va a ser mientras se ponga por encima del contacto humano una "profunda conversación" por horas en cualquier plataforma; se siente bonito, pero valdría la pena intentar la misma conversación en vivo, sin ediciones ni emoticones, únicamente con las herramientas del lenguaje con que contamos, con los ojos y toda la honestidad o deshonestidad que haya en ellos, con las manos, los pies, los nervios, el sudor y la intensidad que nos provoca el Otro en toda su extensión, y si así resulta una conversación que trascienda, sin el tópico del clima ni silencios tensos, entonces sabremos que los cimientos de nuestra amistad no fueron hechos de ilusión.