"Hay un país distinto en algún lugar"
El siglo XX ha marcado a la humanidad de diversos modos, la marca que ha dejado la llevaremos a cuestas para siempre, desde la asombrosa manera en que hoy conducimos nuestra vida, con la rapidez que ciega y enajena, hasta la triste realidad de los holocaustos que han dejado una cicatriz en el alma de la especie.
Otra consternación resulta en lo que ha devenido la ciencia y la tecnología, en 100 años hemos devastado y desequilibrado el ecosistema y el resultado del consumismo ha asolado nuestro espíritu como seres humanos.
La ambición y corrupción están a la orden del día. “La sociedad está enferma”, lo triste es que el grado de alienación es tan vasto que el individuo consciente se está perdiendo, hacer conciencia es indispensable y los mass media, la instantaneidad y la sociedad de consumo nos absorben.
El capitalismo se ha incrustado en la historia y como consecuencia se ha fortalecido la formación de clases sociales más marcadas, de fronteras tangibles que han devenido en imaginarias y por lo tanto en separatismos y nacionalismos en una sociedad multicultural.
Otro factor, el terrorismo como ideal ante una sociedad corrupta que no puede cambiar o reaccionar si no es bajo la sombra de los fundamentalismos radicales, además de los gobiernos que bajo el amparo del totalitarismo se apoderan de los pueblos que por no estar supeditados a los preceptos de la modernidad son atacados y etiquetados de subdesarrollados y son colonizados arrastrando de sí la más profunda cultura y ethos.
La angustia principal radica en esa deshumanización a la que nos ha llevado el neoliberalismo, pues la economía nos conduce y establece pautas que determinan las relaciones obrero-patronales con el acento en la desigualdad y la pobreza; el problema a revisar es aquella falta de conciencia en una sociedad estamental que orilla a tomar a la ligera y de manera normal la falta de dignidad por unos cuantos pesos, y eso debido a la ausencia de pan en la que los sistemas tienen al pueblo.
Sólo la fe y la esperanza pueden mover algo en nuestros corazones y luchar desde el individuo para reformar la realidad social.
Otro de los principales problemas a revisar será la contrastante cara que nos ha dado el llamado “progreso”, pues en los albores de la modernidad se nos presentaba un rumbo a tomar, un camino trazado que marcaba un fin seguro y vanguardista para una humanidad que estaba aprehendiendo la civilización, incluso “progreso” era sinónimo de civilidad, llevando consigo los ideales de libertad, hermandad, fraternidad y justicia predicados por una revolución francesa que movió los cimientos de la historia, además de ver en la ciencia y la técnica un gran avance en las cuestiones de producción y desarrollo.
La modernidad dejó ciertos estándares a seguir que marcaban a las sociedades como subdesarrolladas o primer-mundistas, esto hizo creer a los países industrializados que tenían el derecho divino de intervenir tanto económica como política y socialmente en aquellos países considerados incivilizados, bárbaros; paradójicamente, si tomamos el significado real de barbarie (crueldad, salvajismo, brutalidad…), quienes la cometieron fueron los primeros países imperialistas de principios de siglo.
Es acongojante ver en los medios masivos un sin fin de múltiples realidades que se suceden, realidades nefastas, crueles y sin sentido humano, es preocupante el hecho de haber caído en una trampa propagandística y acceder a los caprichos de un Fúhrer que fue el detonante de ese todo que se había venido gestando desde antaño (tan sólo hace 60 cortos años), el género humano es el único ser que se puede prestar a los actos más atroces e injustos o a los actos más altruistas, hay una dicotomía en dicho género que deslumbra, o quizá el hombre sea un caleidoscopio de emociones y sentires, que resulta incomprensible.
A lo largo de la historia se ha tratado de reformarnos, de proponer formas de vida que enaltezcan la dignidad del ser humano, siempre han surgido héroes y víctimas ante un sistema que se derrumba pero que finalmente prevalece, ésta es la política que siempre ha aparecido como factor determinante en la relaciones de los hombres; se han intentado establecer imperios que duren milenios o quizá la eternidad, se ha tenido miedo a desaparecer en lo efímero y por ello han surgido personajes con el ego extaltado que han querido ser recordados para siempre como grandes guerreros, o por unos ideales para mi todavía incomprensibles, pero siempre hay un anti-valor que los arrastra, la ambición y la avaricia que se lleva entre las patas a la humanidad por querer establecer un dogma, un totalitarismo que es tan destructivo tenga los ideales que se tenga, el animal racional debe ser libre de todo ese dogma que empaña la historia.
La esperanza funciona como un motor que mueve al mundo, que no deja que caiga en un pesimismo radical, pero no debe ser una esperanza en inacción, sino de labor y ejercicio de establecer pautas que nos lleven hacia una mejor humanidad.
Otro de los factores que llaman la atención es el Tiempo, de qué manera las ciudades han hecho de nuestro pensamiento una maraña de confusión, la forma de vida cambió, ahora estamos ligados a un reloj, a un checador que todo lo hace más frío y sólo puede ver la mano de obra barata del obrero, sin ver el sentir de ese obrero, pero la máquina barre parejo y no se trata al ser humano como tal, sino como un engranaje más en el podrido y acaparador sistema capitalista que más que nada y contradiciendo su propio nombre “liberalismo económico” no es un sistema que libere al ser humano, sino que hace fluir la oferta y la demanda en complicidad con los medios masivos de comunicación, y se hace creer tener ciertas necesidades de las cuales pudiésemos prescindir en su totalidad.
Estamos atrapados en el consumismo y con él nuestra tierra, la que cada vez respira menos a causa de la polución de las grandes ciudades, a causa del monóxido de carbono que escupen las maquilas e “Industrias de la Necesidad y la Basura S.A. de C.V.”
El tiempo es una categoría o una ventana por la cual observamos el mundo y es importante saber que si no tenemos claro que es un factor que limita o abre el campo para tener una mayor libertad, seremos presos de él toda nuestra vida, siempre hemos de utilizar conceptos que refieren al tiempo “en nuestra corta vida, no tengo tiempo, el tiempo es corto, el tiempo es dinero, la vida es corta, etc”, estamos supeditados al tiempo y dejarnos llevar por las prisas citadinas determina mucho de lo que hacemos. Incluso tememos al tiempo y a no hacer lo que anhelemos hacer en este lapso en que respiramos. El tiempo es percepción, el tiempo es lo que hacemos de él.
Es importante acotar que hemos creado un híbrido que se ha salido de nuestro control, como humanidad hemos pecado y no hemos podido perdonarnos de la gravedad de dicha ignominia, hemos llevado al mundo a la miseria y creemos que es normal, que el absurdo de la guerra es necesario para llegar a la paz, la lógica ya no funciona en nuestras estructuras mentales y que decir de nuestros sentimientos.
Las máquinas rigen y rigieron el siglo XX, el momento en que se detonó esa inhumana “LITTLE BOY” (tierno decir) se condenó y comió del árbol de la muerte, se ha hecho de la guerra un dios y de las armas una idolatría.
Sin embargo la realidad puede cambiar, el ser humano es capaz de alcanzar las estrellas y por lo tanto puede derrumbar sistemas y crearnos un destino de justicia y dignidad para nuestro efímero viaje por la naturaleza de la tierra.
Otra consternación resulta en lo que ha devenido la ciencia y la tecnología, en 100 años hemos devastado y desequilibrado el ecosistema y el resultado del consumismo ha asolado nuestro espíritu como seres humanos.
La ambición y corrupción están a la orden del día. “La sociedad está enferma”, lo triste es que el grado de alienación es tan vasto que el individuo consciente se está perdiendo, hacer conciencia es indispensable y los mass media, la instantaneidad y la sociedad de consumo nos absorben.
El capitalismo se ha incrustado en la historia y como consecuencia se ha fortalecido la formación de clases sociales más marcadas, de fronteras tangibles que han devenido en imaginarias y por lo tanto en separatismos y nacionalismos en una sociedad multicultural.
Otro factor, el terrorismo como ideal ante una sociedad corrupta que no puede cambiar o reaccionar si no es bajo la sombra de los fundamentalismos radicales, además de los gobiernos que bajo el amparo del totalitarismo se apoderan de los pueblos que por no estar supeditados a los preceptos de la modernidad son atacados y etiquetados de subdesarrollados y son colonizados arrastrando de sí la más profunda cultura y ethos.
La angustia principal radica en esa deshumanización a la que nos ha llevado el neoliberalismo, pues la economía nos conduce y establece pautas que determinan las relaciones obrero-patronales con el acento en la desigualdad y la pobreza; el problema a revisar es aquella falta de conciencia en una sociedad estamental que orilla a tomar a la ligera y de manera normal la falta de dignidad por unos cuantos pesos, y eso debido a la ausencia de pan en la que los sistemas tienen al pueblo.
Sólo la fe y la esperanza pueden mover algo en nuestros corazones y luchar desde el individuo para reformar la realidad social.
Otro de los principales problemas a revisar será la contrastante cara que nos ha dado el llamado “progreso”, pues en los albores de la modernidad se nos presentaba un rumbo a tomar, un camino trazado que marcaba un fin seguro y vanguardista para una humanidad que estaba aprehendiendo la civilización, incluso “progreso” era sinónimo de civilidad, llevando consigo los ideales de libertad, hermandad, fraternidad y justicia predicados por una revolución francesa que movió los cimientos de la historia, además de ver en la ciencia y la técnica un gran avance en las cuestiones de producción y desarrollo.
La modernidad dejó ciertos estándares a seguir que marcaban a las sociedades como subdesarrolladas o primer-mundistas, esto hizo creer a los países industrializados que tenían el derecho divino de intervenir tanto económica como política y socialmente en aquellos países considerados incivilizados, bárbaros; paradójicamente, si tomamos el significado real de barbarie (crueldad, salvajismo, brutalidad…), quienes la cometieron fueron los primeros países imperialistas de principios de siglo.
Es acongojante ver en los medios masivos un sin fin de múltiples realidades que se suceden, realidades nefastas, crueles y sin sentido humano, es preocupante el hecho de haber caído en una trampa propagandística y acceder a los caprichos de un Fúhrer que fue el detonante de ese todo que se había venido gestando desde antaño (tan sólo hace 60 cortos años), el género humano es el único ser que se puede prestar a los actos más atroces e injustos o a los actos más altruistas, hay una dicotomía en dicho género que deslumbra, o quizá el hombre sea un caleidoscopio de emociones y sentires, que resulta incomprensible.
A lo largo de la historia se ha tratado de reformarnos, de proponer formas de vida que enaltezcan la dignidad del ser humano, siempre han surgido héroes y víctimas ante un sistema que se derrumba pero que finalmente prevalece, ésta es la política que siempre ha aparecido como factor determinante en la relaciones de los hombres; se han intentado establecer imperios que duren milenios o quizá la eternidad, se ha tenido miedo a desaparecer en lo efímero y por ello han surgido personajes con el ego extaltado que han querido ser recordados para siempre como grandes guerreros, o por unos ideales para mi todavía incomprensibles, pero siempre hay un anti-valor que los arrastra, la ambición y la avaricia que se lleva entre las patas a la humanidad por querer establecer un dogma, un totalitarismo que es tan destructivo tenga los ideales que se tenga, el animal racional debe ser libre de todo ese dogma que empaña la historia.
La esperanza funciona como un motor que mueve al mundo, que no deja que caiga en un pesimismo radical, pero no debe ser una esperanza en inacción, sino de labor y ejercicio de establecer pautas que nos lleven hacia una mejor humanidad.
Otro de los factores que llaman la atención es el Tiempo, de qué manera las ciudades han hecho de nuestro pensamiento una maraña de confusión, la forma de vida cambió, ahora estamos ligados a un reloj, a un checador que todo lo hace más frío y sólo puede ver la mano de obra barata del obrero, sin ver el sentir de ese obrero, pero la máquina barre parejo y no se trata al ser humano como tal, sino como un engranaje más en el podrido y acaparador sistema capitalista que más que nada y contradiciendo su propio nombre “liberalismo económico” no es un sistema que libere al ser humano, sino que hace fluir la oferta y la demanda en complicidad con los medios masivos de comunicación, y se hace creer tener ciertas necesidades de las cuales pudiésemos prescindir en su totalidad.
Estamos atrapados en el consumismo y con él nuestra tierra, la que cada vez respira menos a causa de la polución de las grandes ciudades, a causa del monóxido de carbono que escupen las maquilas e “Industrias de la Necesidad y la Basura S.A. de C.V.”
El tiempo es una categoría o una ventana por la cual observamos el mundo y es importante saber que si no tenemos claro que es un factor que limita o abre el campo para tener una mayor libertad, seremos presos de él toda nuestra vida, siempre hemos de utilizar conceptos que refieren al tiempo “en nuestra corta vida, no tengo tiempo, el tiempo es corto, el tiempo es dinero, la vida es corta, etc”, estamos supeditados al tiempo y dejarnos llevar por las prisas citadinas determina mucho de lo que hacemos. Incluso tememos al tiempo y a no hacer lo que anhelemos hacer en este lapso en que respiramos. El tiempo es percepción, el tiempo es lo que hacemos de él.
Es importante acotar que hemos creado un híbrido que se ha salido de nuestro control, como humanidad hemos pecado y no hemos podido perdonarnos de la gravedad de dicha ignominia, hemos llevado al mundo a la miseria y creemos que es normal, que el absurdo de la guerra es necesario para llegar a la paz, la lógica ya no funciona en nuestras estructuras mentales y que decir de nuestros sentimientos.
Las máquinas rigen y rigieron el siglo XX, el momento en que se detonó esa inhumana “LITTLE BOY” (tierno decir) se condenó y comió del árbol de la muerte, se ha hecho de la guerra un dios y de las armas una idolatría.
Sin embargo la realidad puede cambiar, el ser humano es capaz de alcanzar las estrellas y por lo tanto puede derrumbar sistemas y crearnos un destino de justicia y dignidad para nuestro efímero viaje por la naturaleza de la tierra.
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