Que bonita fecha, este fin de semana pareció un gran carnaval, desde el viernes que fuimos a las calurosas tierras de Mexicali, tierra en que fluye la cerveza y la fiesta; hasta el domingo de ensayo y cervezas, de bailes extraños y rap improvisado.
Salimos de Tijuana al ritmo de algún danzón y una marimba, nos sentíamos llenos de satisfacción; el sólo hecho de pasar por Tecate nos llenó de alegría, ver las montañas y respirar un aire menos comprimido y ver dos cielos diferentes con una sola mirada, rosa por un lado, azul profundo por otro.
Íbamos en el carrito que parecía una especie de bocho y gremlin a la vez, este hacía un ruido extraño y no nos percatamos de ello hasta que llegamos a la bella rumorosa, decidimos aventárnosla así e íbamos a 30 mph, de repente el carro brincoteaba y descontrolaba al conductor, pero aun así mi amigo y yo disfrutamos de ese vientecillo caliente rumbo a Mexicali y llegamos.
Pasamos por una llantera y nos dijeron que el amortiguador derecho estaba flojo, sin tuerca, y el mecánico exclamó: “No cabe duda, Dios existe”, pues la llanta se pudo haber salido.
¡Pero que felicidad! Aquí seguimos, vivos y con toda la energía para seguirlo haciendo, muy contenta y disfrutando cada respiro. Definitivamente, ¡la fuerza nos acompañó!.
Mañana iré a la danza y seguiré esperando el concierto de Tiger Army, esperando el Episode III de Star Wars, esperando regresar a Mexicali a tocar con la banda, esperando la próxima navidad que ha de ser igual de maravillosa que mi vida, yeah!!! A bailar se ha dicho.
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