octubre 13, 2021

Mi muy amado amante...

Últimamente he sido un torbellino intenso de pensamientos, también de lágrimas.

No recordaba de qué manera el amor se posa sobre ti y te arrastra, porque es inmediato y una certeza que llega como un ave que sí sabe cuál es su nido.

No he logrado conciliar el sentido de la vida y este vacío que deja tu presencia; es decir, ¿por qué tú?, ¿en qué momento tus ojos conectaron con mi alma y la vieron al desnudo?, ¿de dónde viene esta nostalgia por el humo del cigarro y el aroma de café que despide tu boca?, ¿cómo enfrento la vida sin el olor a roble de tu cuello tibio que como estela se sigue paseando en lo profundo de mis entrañas?

Te has ido, y aunque la esperanza de volverte a ver la puedo reconocer en tu voz, y en ese instante decisivo en el que me plasmas como queriendo asir el volátil tiempo y transgredir el orden cósmico, aun así este pedazo de plano del mundo está contenido de la melancolía del final de una película, donde la noche ya no es escenario, donde la música ha caído al abismo, donde la narrativa se ha detenido.

Mi muy amado, tú me preguntas en qué momento me enamoré de ti, creo haberlo comprendido todo, fue en ese segundo en que tiré tu copa y desde lo más grotesco de mi ser, entendí la posibilidad de volver a verte jamás.

Hoy no estás, pero estás a través del puente que tejo con cada letra, entonces toda esta pesadumbre se diluye, porque puedo sentir que estos fonemas en tu oído te transmiten mi incontenible amor por ti.

No estás, amado, no estoy. Si algún día te vuelvo a ver, los pedazos de mí se volverán a unir como cuando la noche estrellada promete grandes historias bajo el halo de una luna completamente llena.

Siempre tuya, 

Justina

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