Un alma libre anda por ahí, escuché su voz, conocí su espíritu, vive en esta tierra, pero hay puertas que se cierran para siempre con goznes que chirrían cantos de lo imposible.
Un espíritu bello de voz melodiosa y piernas ligeras, de piel de sol y mirada de mar.
Hombre cubierto de cantos y amor que le ebulle por los poros en forma de burbuja, cantos que llegaron y se posaron en mí, para convertirse en serenatas diarias, porque no me cabe en el pecho tal contento.
Viajero incansable, quién sabe en qué montaña estará caminando ahora mismo, o qué mares estarán acariciando los pies de mares.
Recordarle es recordar que en mí hay un amor contenido que puede florecer, y que en mis aposentos hay una primavera que florece por saber que anda ahí.
Pies mojados, atardeceres, aventura, caminante de la vida, perseguidor del kin.
Y no habrá manera de amar si no es así,
entre coplas y palabras dulces,
entre voces y susurros,
entre cariños y belleza.
Y la esperanza...
Recordar en mí un sentimiento que si es tocado se derramará desnudo, en la dicha y la conciencia de querer completo.
Un amor sin reservas, donde la cosecha es nuestra, y las mascotas son alimentadas por ambas manos, y la música, el mar, el café y los cantos son el pan de cada día.
No hay manera de amar si no es a mares.
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