agosto 14, 2015

Ella

Nunca en la vida había caído en cuenta de que esa mujer amiga y amada mía pudiera cometer las más grandes fechorías y yo la apoyaría, para mí es obvio que por ser ella tendría sus razones. 
Son muchos años de amor, amistad, banda, cantar juntas y ser cómplices. Si hay un lazo que pueda decir que es duradero e indestructible, es mi lazo con ella.

Y es que observen..., en mis tiempos más difíciles ella ha ido por mí a mi barecito a totales deshoras, sólo porque le llamé y me sintió tristona, y por casi un año soportó mis fiestas invitándome a quedarme en su casa, en donde vivía con su familia, dándome la llave, haciéndome desayuno, el que yo quisiera, consintiéndome, escuchándome, sin juzgarme. 

¿Cómo no llamar amor, hermandad, sororidad a esta amistad que me consuela, me abraza y me ama?

Si creo con ceguera total en que el humano puede ser bueno y leal, es por ella, si creo en que algún lazo puede ser eterno y verdadero, es por ella, si creo en la amistad que no traiciona, que te ve a los ojos hundiéndose en tus transparencias es por ella.

Quiero que nuestra vejez vaya de la mano, quiero que todas las épocas de mi vida ella esté presente, quiero que sea la amiga que por un azar absurdo e incierto nos encontramos y que la voluntad y el amor nos empuje a ser juntas, porque la historia la escribimos nosotras, y haberla conocido cada momento es un regalo.

Pero sobre todo quiero que en mi lecho de muerte ella me tome de la mano, me vea a los ojos y que su gran amor me transmita esto: "fue una buena vida miriam... puedes irte en paz".

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