julio 11, 2012

Quiero morir un viernes

Quiero morir un viernes,
cuando la tarde umbría aceche de luna mi morada,
cuando las luces una a una enciendan a gotas la esperanza,
cuando los olores a hierbabuena del invierno me obsequien el último aliento,
y sea mi último suspiro líquido, musical, fresco, desgarrador y a la vez agradecido.

Cuando la lluvia me brinde el día más gris,
intenso gris, fosforescente gris, colorido gris,
y mi último trago se encuentre aderezado de melancolía,
por haber amado la vida con la intensidad de lo que nunca es cotidiano, ni común ni ordinario.

Melancolía del que de verdad se duele,
del que añora la pluma, la música, la arena,
el cinematógrafo, la mantequilla, el pan, la albahaca,
y esa bebida marrón del des-consuelo que sabe al amargo-dulce de la tierra.

Morir cuando el frío erice hasta la piel del alma
y me estremezca la estridencia del r&b-soul-country-blues
haciéndome danzar sin melodía ni pauta,cuerpo extinguiéndose,
que todo resto de razón desaparezca, disolviéndose en locura agónica,
de una flama que se apaga y vuelve a bailar al son del viento su último vals enloquecido.

Quiero morir extinta, desbordada,
agotarme en mi, quiero morir de viernes,
engalanada de fiesta, cuando la vida prometa,
y las luces sepia calen hondo en mi existencia.

(Inspirado en el "Para entonces" de Manuel Gutiérrez Nájera)

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