Ella otra vez, desde allá y en mis sueños, cada noche una lluvia de tela caía fresca, mientras yo la veía a través de mi ventana, etérea.
Ella se ducha, misma hora, mismo perfume, misma diosa desnuda, seductora; me acerco, giro la perilla, la puerta está abierta, la veo transparente, cálidas gotas recorriendo lentas su dulce vientre, fundiéndose adentro y refrescando el fuego.
Ella sabe que ahí estoy, me espera, y en un sutil movimiento gira despacio, ojos cerrados y su cabello mojado es una cascada al viento... sin tiempo.
Mis ojos repasan atentos su figura, mis ojos van de la mano con sus manos.
Ella voltea discreta, esperando ver aquella sombra, guardo su aroma en la memoria, vuelvo a mi ventana y desde ahí ella juguetea con su desnudez, muestra sus piernas en señal de complicidad, se asoma por la ventana y me mira a lo lejos, no dejo de sentirla y el ritual concluye cuando ella apaga la luz.
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