octubre 23, 2010

La clausura de la gravedad


Nos encontrábamos en Tijuana, una residencia enorme con múltiples habitaciones y largos pasillos que parecían interminables, cuando de repente se comenzó a balancear el jarrón que se encontraba a mi derecha, la lámpara se quebraba poco a poco en un movimiento lento, como si cada uno de sus cristales fuese emisario de la tragedia que los humanos viviríamos, un cúmulo de tierra brotó del piso como irguiéndose en una pequeña montaña.


Por doquier se observaba el nacimiento de pequeños volcanes y el caos reinaba. Estábamos viviendo la clausura de la gravedad, el mundo dejó de girar y los objetos ya no se mantenían en su lugar. Fue como si un niño gigante tomara la tierra como una pelotita y la lanzara contra otros planetas como si fuese pin pon.


De súbito, cuando todo parecía en calma y el silencio se imbuía misterioso en nuestras casas porque no teníamos respuesta ante lo que estaba pasando, algo peor sucedió, la tierra comenzó a girar como un trompo, me así fuertemente a una puerta cuando la casa de múltiples habitaciones se volteó completamente horizontal y mi cuerpo también se encontraba perpendicular a ese movimiento horizontal que nos sacudió las ideas y la razón.


No sé cómo salí viva de ese encuentro con la anarquía de la tierra, como seres humanos tenemos una capacidad para adaptarnos que sobrepasa los límites del entendimiento, aun cuando la tierra se tornara horizontal o volviese a su estado vertical con movimientos telúricos inimaginables a la cordura humana, el mundo volvió a organizarse incluso para seguir haciendo usura con lo que se podía comerciar.

1 comentario:

DBT dijo...

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