Llegas gris,
usurpando al dios amarillo y tejiendo caminos…,
destellas, explotas, me haces respirar.
A veces tenue, a veces frenética,
a veces furiosa tomando la ciudad me haces suspirar.
Siempre nostálgica, anárquica,
rompes con todo y eclosionas en lo profundo del mar.
Desde la ventana te observo,
cándida, regia, soberbia,
cuando con aires de inocencia tu cuerpo danza
con alegría infantil en los cielos de la tarde,
dejando caer sobre mi espíritu arcoiris de esperanza.
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