octubre 24, 2010

De la condición humana


Camino, camino y lo hago sin cesar, veo rostros distintos, seres humanos inmersos en sus historias personales, con la mirada perdida, como queriendo llegar a quién sabe donde; los observo absorta y me sorprenden sus contornos, ese brillo único que sobresale en cada par de ojos, cada nariz y sus líneas torcidas, desiguales, escabrosas, salvajes, sinuosas, cada par de pies y todo ese camino que han andado, algunos arropados con la suerte de una bella infancia, otros agazapados en el frío de la desesperanza, con la mirada desvanecida entre el horizonte de lo incierto queriendo serlo todo y nada a la vez, porque nos vence el tiempo y aquellos anhelos de futuro ideado se vuelven cotidianidad, instantes que no podemos atrapar… se visten de fugacidad, y cuando menos lo esperamos ya es el día siguiente y el día siguiente y el día siguiente y la nada nos cala con el hielo del sinsabor.


Camino, camino y lo hago sin cesar, en esta vida que parece tan promisoria, cuando se es niño y todavía se cree, cuando nuestra mayor preocupación se vuelca en el que la trae, en el que no se nos encuentre en nuestro escondite secreto, en el que corra más lejos para no ser uno de los quemados, en si hoy nos miró o no el chico de nuestros sueños.


Camino, camino y lo hago sin cesar, cuando se despierta a la vida en una danza de ideales, de rebeldía y la convicción de cambiar esta sociedad injusta que sentimos tan cerca y tan poco nuestra; cuando el beberse la copa de un sorbo es lo habitual, y es cuando muchos se quedan atrás; cuando pensamos que ese brío nos acompañará por siempre ¡y se extingue!, ¡y es tan breve!


Camino, camino y lo hago sin cesar, cuando observo una etapa de madurez que riega un campo fértil de deseo, en donde olvidamos un poco de qué estamos hechos, nuestra condición humana, condición frágil, efímera cual extinción de un fósforo.


Camino, camino y lo hago sin cesar, cuando la vida es lenta y lentos nuestros pasos, advirtiendo un dejo de amargura y angustia en aquel viejo, que no se olvida de sus años mozos y todo su diálogo se basa en un pasado que es suyo, en el cual depositó sus mejores momentos y en el que vivió grandes experiencias; lo advierto porque esos ojos cansados, rodeados por el surco abismal del tiempo, me dicen que ese cuerpo ha envejecido injustamente, pues dentro de sí se sigue siendo niño y las ganas de vivir continúan haciendo efervescencia en su alma, pero habrá que convencerse de que lo natural es morir, de que es mejor resignarse a que ya pasó nuestro tiempo y la existencia fue un simple guiño del cosmos haciendo deferencia al accidente, la gran inconsciencia causal de nuestro ser.

octubre 23, 2010

La clausura de la gravedad


Nos encontrábamos en Tijuana, una residencia enorme con múltiples habitaciones y largos pasillos que parecían interminables, cuando de repente se comenzó a balancear el jarrón que se encontraba a mi derecha, la lámpara se quebraba poco a poco en un movimiento lento, como si cada uno de sus cristales fuese emisario de la tragedia que los humanos viviríamos, un cúmulo de tierra brotó del piso como irguiéndose en una pequeña montaña.


Por doquier se observaba el nacimiento de pequeños volcanes y el caos reinaba. Estábamos viviendo la clausura de la gravedad, el mundo dejó de girar y los objetos ya no se mantenían en su lugar. Fue como si un niño gigante tomara la tierra como una pelotita y la lanzara contra otros planetas como si fuese pin pon.


De súbito, cuando todo parecía en calma y el silencio se imbuía misterioso en nuestras casas porque no teníamos respuesta ante lo que estaba pasando, algo peor sucedió, la tierra comenzó a girar como un trompo, me así fuertemente a una puerta cuando la casa de múltiples habitaciones se volteó completamente horizontal y mi cuerpo también se encontraba perpendicular a ese movimiento horizontal que nos sacudió las ideas y la razón.


No sé cómo salí viva de ese encuentro con la anarquía de la tierra, como seres humanos tenemos una capacidad para adaptarnos que sobrepasa los límites del entendimiento, aun cuando la tierra se tornara horizontal o volviese a su estado vertical con movimientos telúricos inimaginables a la cordura humana, el mundo volvió a organizarse incluso para seguir haciendo usura con lo que se podía comerciar.

¿Y si estoy dormida?


Analí, soñé que soñaba contigo. De repente despierto… ¿qué es lo que le tengo que decir a Analí?: “Analí, soñé que te decía Analí, soñé que soñaba contigo” ¿y si aun estoy dormida?, ¿y si cuando muera despierto?, ¿cómo tendré que decirle a Analí?, Analí, soñé que estaba despierta cuando soñaba que estaba despierta cuando te decía que soñaba que soñaba contigo. ¡Ah!… la palabra “soñé” ha perdido sentido.

Zombie alegre


Un zombie se encontraba viviendo en mi casa y me dijo que quería ir al OXXO, yo le prohibí que saliera porque no quería que hiciera banquete de cerebros con los niños de la cuadra; no obstante una vecina estaba platicando conmigo, lo cual me distrajo, al voltear el zombie se había escapado al OXXO y de pasada le había mordido la cabeza a mi vecina comiéndole los sesos. Este zombie era simpático, regularmente le hubiese tenido miedo, pero él me hacía reír, incluso le permití vivir en el patio de mi casa, pues algo me quería decir su mirada, una mirada de zombie alegre.
Me siento muy tonta, me frustra sentirme frustrada y más aun por la razón de mi frustración. El tiempo no puede comerme, sé que todo es tan rápido, pero no debo ceder, sé que lo que hago vale la pena y no me debo rendir. Ya dormiré cuando muera.

Para que quede registro

El sábado un señor me embistió con su vehículo viniendo de sur a norte por el Blvd. Lombardo Toledano; el señor no respetó el alto y al momento del accidente no tuvo la decencia de pararse un segundo para ver cómo me encontraba.

Toda mi vida he tenido suerte, jamás me he quebrado un hueso, nunca me he visto involucrada en accidentes o siniestros y me siento afortunada por ello; siempre me pregunté qué se sentía ser la víctima, quizá me lo preguntaba por chiqueada y por el morbo de saber qué se siente que todos te cuiden y se preocupen por ti, pero más que nada me lo preguntaba para saber qué se siente estar de aquel lado, si el mundo sigue transcurriendo igual o algo cambia.

El accidente fue leve, pero no quisiera que se repita, estoy algo asustada y ahora que manejo me da miedo avanzar en cada alto; espero superarlo y retomar mi forma ordenada de manejar.

Insisto, soy una tipa con suerte, me pregunto cuántos señores huirán de la escena; me niego a creer y aceptar que es así el mundo en el que vivo. No quiero ni me resigno a decir que “así es y no hay nada que hacer”.
Cuán frágil y rápido es esto. Ayer se es, hoy ya no.

octubre 09, 2010

Resonancias

Si juntase todos los gritos humanos este mundo explotaría de pena, nuestra pachamama cerraría sus brazos y una lágrima rodaría en ríos arrasados de desolación.

Que fenómeno más raro el hecho de desplazarnos.

Cuan curioso que pongamos melodía a nuestra habla…, si ya es melodía…, pero al convertirla en canción la adornamos con tonalidades no comunes.

De la esperanza

Una cosa nos queda clara, la esperanza es en definitiva lo último que se pierde, pudiera decir que es algo inherente al ser humano y que es una de las fuerzas más grandes jamás conocidas ni estudiadas en su merecida forma.

¿De dónde surge esa potencia que nos hace despertar cada mañana?, ¿cómo es que a pesar del sufrimiento nuestra fuerza vital nos levanta, nos desentumece el cerebro y a pesar de los insultos indignos de aquellas bestias bárbaras se sigue cavando ese pozo?, ¿cuál es el mañana que les espera cuando ven salir a través de las chimeneas a miles de hombres de la manera más inhumana y atroz?; la esperanza es la vida misma.

De lo inconmensurable

“!Ponme como sello en tu corazón…que fuerte es el amor como la muerte!”Cantar de los Cantares 8,6



¡Si pudiera dibujar el amor!, aquel con contornos finos o aquel saturado de líneas entretejiéndose unas con otras hasta perderse en el laberinto del por qué, si tuviera ese poder…!ay! si lo tuviera.


Qué maravilla ese sentir, sea lo que sea, vestido de gloria como algunos poetas lo han narrado o vestido de ciencia como algunos científicos lo han descrito, es el amor la sensación más noble que un ser humano pueda experimentar; creo que esta vida ya ha valido la pena inconmensurablemente tan sólo por el hecho de haber sentido el amor.


Grandes melodías se han escrito, tocado y cantado debido a este sentir, ¡estoy alegre!…, ¡muy alegre!, por tener la fortuna de ser humana y amar.


Me pregunto cuántas historias de amor se han vivido en este mundo, ¡de seguro no caben! desde Candy y Anthony, y luego Candy y Terry Grandchester, desde aquellas historias anónimas castigadas con el látigo de la desgracia y el infortunio, historias empapadas del jamás, dos manos que extendidas se alejan poco a poco del último confín del ser amado, dos cuerpos que arrasados por el tiempo y la fatalidad se pierden en un torbellino de añoranza y soledad.


Algunas adornadas por la traición o por la prohibición, otras embellecidas por la pasión que despierta aquello que es imposible. Lo pienso así y me fascina vivir en este mundo plagado de humanos que alguna vez han amado, sobre todo cuando se muere en sus brazos, con la satisfacción de que fueron sus ojos lo último que se contempló o la certidumbre de que la espera en algún sitio ajeno a este plano valdrá la pena, así sean centurias en las que las dos esencias tengan que volver a toparse en este azaroso cosmos caótico, aun cuando se tenga la convicción de que después de la muerte nada hay…, lo único que nos puede acercar a contemplar de cerca el eterno es el amor.


El amor existe porque es esperanza, de no ser por este sentimiento la raza humana desde hace muchos siglos hubiese fenecido.

Gotas

Llegas gris,
usurpando al dios amarillo y tejiendo caminos…,
destellas, explotas, me haces respirar.

A veces tenue, a veces frenética,
a veces furiosa tomando la ciudad me haces suspirar.

Siempre nostálgica, anárquica,
rompes con todo y eclosionas en lo profundo del mar.

Desde la ventana te observo,
cándida, regia, soberbia,
cuando con aires de inocencia tu cuerpo danza
con alegría infantil en los cielos de la tarde,
dejando caer sobre mi espíritu arcoiris de esperanza.

!Barbarie!

Tantas historias por contar, tanta oscuridad, tanto dolor. Tantos relatos de injusticia que jamás serán narrados. !no es ficción!, en este momento está sucediendo, en este instante hay alguien gritando. La angustia carcome, ¿qué hacer?, salvajes y nada más, pero ¡no hay justificación! ciudad de miedo, de profundo horror, de vidas cercenadas, de rencor.



¿Qué hemos hecho de ti mundo?, soy parte de esta raza incivilizada, soy una salvaje más ¡y no quiero!


Cuánto puede cambiar la vida, qué pensamientos cruzan por aquella joven condenada y desnuda, dedos mutilados, ojos vendados, que grita en auxilio a su padre que la ayude, que le suplica a esta tierra maldita una oportunidad para vivir, para salir de ese infierno…, ¿qué es lo que pasa?, ¡cuán infeliz!, una muerte, una mujer, una estadística más, una gran historia que ahora calla, una carcajada que ha sido cercenada y nada más…

!La traeeeeeeeeessssssssss!

Brincas y brincas en los charcos de la infancia, te embarras de lodo y corres de brazos abiertos ahogada por el viento. Escalas aquella pequeña montaña y ese cartón se convierte en tu avión, rodillas ensangrentadas, codos raspados, tierra por todos lados, pero tú vienes bailando.

Te escondes, esperas ansiosa a que nadie te encuentre, la misión de tu vida se traduce en no ser atrapado por el que la “trae”; al salir de la escuela corres por aquella bajada interminable para ver aquel gran final en el que Candy vuelve a la casa de Pony… y lloras y lloras desconsolada porque siempre quisiste que ella se quedara con un gran galán, y te dices… ¡la extrañaré! pues para ti todo aquello fue real.

Just dreaming...

Mi padre tuvo cáncer en el 2000, y aunque estuvo a punto de morir se recuperó. Todos estos años ha sido hermoso tenerlo a mi lado, me ha acompañado a conciertos de rock, hemos ido juntos al baseball, me ha escuchado cantar, las navidades son lo más bello porque él sigue estando aquí, pero sobre todo nunca he olvidado el significado de ´papá´.

octubre 03, 2010

Amor de banca


Es otoño, después de un lustro la guerra en aquel país frío ha terminado; los amantes se esperan con fervor y ella suspira por verle; Armandina polvea su piel lozana, acicala sus largos cabellos como hilos de ámbar que, perfumados irradian un incipiente olor a flores, y echa de menos el sentir sus manos callosas y fuertes, pero sobre todo anhela las tardes de banca frente aquel viejo árbol bajo la sombra del ocaso.


Ella pintó de tiempo cada puesta de sol estos cinco años, con la esperanza de verlo volver por aquella vereda; Maximiliano le hubo enviado cartas por cinco veranos y jamás obtuvo respuesta. Parecía que la espera se alargaría…


Antes de irse a la guerra le propuso que juntos huyeran, que él desertaría de la misión bárbara que se le había encomendado si ella aceptaba su propuesta; pero aquella tarde de respuesta, de camino... la desventura tomó de la mano al destino y Armandina fue amenazada por sus padres quienes le querían recluir en un convento sombrío, fue atada en el sótano y por más que intentó no pudo más que esperar; él le había dicho anteriormente que si su respuesta era afirmativa le esperaría en la banca del árbol, su banca, la que bañada de ocaso guardaba una atmósfera lóbrega que dibujaba con maestría el escenario de su amor, ... añadió además que de no asistir entendería la respuesta.


Aquella tarde lluviosa, tarde de desilusión… la nana de la niña le llevó un escapulario en respuesta y eso fue todo.


Él no entendía y se fue a una criminal guerra con el alma rota. Decenas de lunas pasaron, mientras él desconsolado se repetía todas las noches que jamás volvería a pesar del gran amor que todavía le hacía hervir la piel. Aquel romance prohibido fue destruido por el egoísmo; Armandina era una joven aristócrata que había nacido con un destino, desde pequeña le tenían la vida hecha y cuando la gracia de la juventud adornó su sien quisieron casarla con un joven de posición, pero ella se negó rotundamente para esperar a su amado Maximiliano.
A él le enviaron una carta firmada falsamente por Armandina diciéndole que ya se había casado con el joven más rico del pueblo, que jamás se atreviera a buscarla. Pero en su interior algo les decía que jamás recuperarían la magia de vivir sino hasta envolverse de nuevo entre sus brazos.


Hoy después de media centuria ella le sigue esperando, cada tarde se sienta en esa banca a tejer su espera. Todos le han dicho atormentándola que él murió en la guerra, y le han llegado rumores de que tomando con sus grandes y callosas manos ensangrentadas aquel pequeño escapulario que amorosamente le había entregado antes de su partida, y que jamás fue abierto mas fue lo último que sostuvo (un pequeño candado se encontraba en la parte posterior, se abría al pinchazo de un alfiler y era tan pequeño que él nunca imaginó que adentro se encontraría la respuesta).

Ella sufre, pero sigue esperando amorosamente en aquella banca en donde teje su espera y la adorna con las perlas de su llanto.


Una noche de luna ella se encuentra en la banca como siempre, acariciando el recuerdo, en su único refugio que es aquella pequeña y vieja banca frente al viejo árbol en la que se encuentra depositada una historia, ella admira el reflejo que cae de entre las hojas en figurillas sepia sobre sus manos y se pregunta si en alguna parte su amado estará mirándola. Un hombre que viste capa y sombrero de ala ancha se acerca observando distraido las figurillas sepia que dibujan los caminos hacia la enorme luna silenciosa y soberbia sobre el firmamento, la tenue luz sepia de las sombras no permite ver claramente tal silueta, ella se asusta, él ha regresado, triste por aquel desamor se acerca a la banca, ella lo desconoce, él la desconoce, la ve tejiendo, lo ve cabizbajo, él le solicita permiso para sentarse con un ademán silencioso, ella accede callada, sólo asiente con su cabeza y con la mirada al piso pues su indiferencia no le permite ver otros hombres, no le interesan; él sonríe y la tenue luz no le ayuda a dibujar el contorno de aquella misteriosa y callada mujer ya entrada en años que teje quedito su espera, él se quita su escapulario por primera vez, lo observa por detrás, ve intrigado que tiene un pequeñísimo orificio y le quita un pequeño alfiler a su capa, lo pincha, extrae del pequeño espacio un papel amarillento y observa que dice “Amado mío, espérame en la banca esta tarde, no te vayas, me iré contigo”, él llora y siente un profundo dolor en su corazón, le aflige el peso de una vida perdida, llora y aquella mujer voltea su afilado rostro hacia aquel desesperanzado hombre, le da una palmada en el hombro y le dice con la misma voz grácil de antaño: “llore hombre, llore que yo también he perdido un gran amor”, él voltea hacia ella, se miran a los ojos con la profundidad de quien se reconoce los contornos del alma, la observa conmovido, ella se sobresalta de vivir aquel gran milagro y un sollozo de ilusión le hace desfallecer, él la toma entre sus brazos, la vuelve en sí con un beso y le dice “princesa mía, ¿es verdad que eres tú?, ¿no estoy soñando?”, ella le contesta con voz débil, “siempre te esperé”. Y aquella banca frente al árbol bañada de ocaso es testiga muda del rencuentro de una historia que fue robada por el egoísmo, pero que, resguardando aquel amor los volvió a unir hasta la muerte.