septiembre 06, 2010

De mis duendecillos


Me gustan los seres humanos, nunca pensé que sería tan afortunada de vivir una vida tal cual la vivo hoy, haciendo lo que me gusta, compartiendo lo que hago con pequeñines que a la vez me demuestran ser tan grandes, quienes en sus distintas formas y tonalidades de verde me dan tanto cariño, tanta ternura, tantas risas; cada día aprendo de ellos y ellas, conocerlos me abre un abanico de posibilidades, me dice quién soy, me recuerda de dónde vengo, me liga a mi pasado de niña, de adolescente, de aprendiz de esta existencia, de viajera, de migrante, de mujer.

Si de verdad existieran los angelitos, creería que siempre llevo uno tomándome de la mano, que me abre caminos, que me muestra el sendero, que me dice cómo, dónde, cuándo para no perderme, ¡si de verdad existieran me sentiría una persona tan amada!; veintiocho años y feliz, pues no sé si son muchos los pasos que he dado o son tan pocos, no sé si son colosales saltos o apenas voy desplegando las alas; me he creado un mundo que me gusta, un mundo en donde todavía se tiene fe, pues de no ser así no me levantaría cada día a luchar, a luchar contra mis defectos, mis errores, las mil batallas que debo enfrentar en mi ser para poder ser más libre y dar algo bueno de mi a quien me rodea; de no ser así no me levantaría a luchar con todas mis fuerzas por todo aquello en lo que creo.

1 comentario:

Ma vie. dijo...

Qué afortunada eres!