junio 02, 2010

Crónica de un paraíso


CONVENCIÓN DE PRIMAVERA
Toastmasters International
CANCÚN 2010

“La verdadera revolución sólo se puede dar si su base ideológica son sólo sentimientos de amor” Che Guevara.

DE TIJUANA A TOLUCA
¿Cómo empezar?, la experiencia vivida ha sido excepcional, me ha hecho renacer, reinventarme, abrir los ojos y el corazón a la vida y abrazarla gustosa.

A 39,000 pies de altura estoy, veo rostros indiferentes ante el suceso de volar, personas que han perdido la sorpresa ante este… siempre sueño humano.

Me encuentro en un avión, un artilugio con alas de acero que surca por los aires y no he visto gesto de emoción en cara alguna.

Mis pensamientos son:
“Un pájaro de hierro que pesa toneladas”, empieza a despegar, ¡que Dios nos agarre confesados! -y una leve sonrisa esboza mi ser. ¡Que la fuerza esté con todos nosotros! y sigo sin entender el misterio de la fórmula velocidad+combustible+viento+fuerza+alas, tampoco entiendo la televisión ni el facebook, pero los uso y me carcomen y me sorprenden cada vez menos….

Agarrando vuelo…. ¡hey!, escuché la sonrisa de un pequeño…y me asombra, me entra el nerviecillo y descubro que este mundo todavía tiene esperanza. Volar es milagro y magia.

Tengo que decirlo ¡A la madre estoy en el cielo!... Tijuana es un universo, puedo distinguir la línea divisoria entre el primer mundo y la periferia.

Cuán frágil se siente este avión, el ala baila, no me da miedo morir, pero me daría tristeza dejar tantas alegrías, creo que me he acostumbrado a que me sucedan puras cosas bellas.

Me pregunto, ¿qué pensarán los extraterrestres de nuestra organización humana? …!mmh!, me tomo una rica cerveza, es clara, pero ni modo… es lo que hay.

¡Wujú!, estoy alegre de verdad, de corazón, quiero sentir la arena, cantarle al mar, abrir mis brazos y corazón a la tierra.

Que lindo se siente crecer y después de luchar toda la vida consigo misma…aceptarse, reconciliarse con quien siempre llevaré a mi lado.

Tengo frío, … ¡y descubro que estoy viva!, sigo sin comprender cómo es que me encuentro suspendida en un aparato enorme, que tiene alas, motor, turbinas…, mientras tanto escucho salsa.

TOLUCA
5 de la mañana, casi no puedo escribir del frío que hace, estoy moqueando, tengo la nariz roja y las manos tiesas; he tomado un camión al centro histórico de Toluca y desde ese lugar huelo fragancias jamás percibidas, me gustan. Veo rostros tan distintos, vestimenta, gente de traje y me maravillan, cada persona me maravilla. Hago tiempo, desde las 6 am he caminado la ciudad y los colores aparecen, brincan, me golpean a la vista, y el anaranjado en una casa no se sonroja ante su acompañante no tan discreto azul turquesa.

La ciudad despierta temprano, veo personas apresuradas por alcanzar el colectivo y llegar a laborar; sin embargo, paradójicamente los museos, restaurantes y locales abren hasta las diez de la mañana y espero gustosamente caminando la ciudad.

Al subir a una colonia observo a un señor exprimiendo naranjas sobre un pequeño puesto en la esquina, le compro un jugo y fue mi primer pretexto para entrevistarlo; le pregunto cuántos años tiene realizando dicha labor, me comentó ameno “casi treinta años en la misma esquina exprimiendo naranjas”, pude ver cómo la gente que pasaba por ahí lo saludaba respetuosamente “Buenos días don Pedro”, le pregunté por el nombre de su puesto y me contestó “No tiene nombre, sólo le dicen los jugos de don Pedro”.

Sigo caminando y observo embelesada a cada persona, me detengo a desayunar en una fonda un delicioso platillo de huevo con tocino, café, gelatina, frijoles con totopos y queso, pan salado, por sólo 30 pesos. Todo lo degusté contentísima, a pesar de que me salió un enorme cabello; empero no dije nada de tanta alegría y pensé: “si me da asco un cabello humano es como si cometiese un acto de xenofobia y me repugnara la especie en su totalidad”.

Terminé de desayunar lentamente para ir a los museos; ya son las nueve, todavía es hora que no abren, pregunté y me dijeron que hasta las diez, ¡qué flojos son los toluqueños!, pero vale la pena esperar. ¡No lo puedo creer!, las fuentes empiezan a funcionar a las diez, creo que aquí hasta el sol sale a las diez. ¡Las campanas de la iglesia! ¡Wow! ¡Ideal!, ahora admiro la catedral y su regia arquitectura, entro, me siento y escucho atenta la misa. Ese padre me ha dado paz. Me introduzco con respeto al museo de Bellas Artes, antiguo convento de la orden de las carmelitas descalzas y me asombro con su arte sacro de fines del siglo XVIII.

DE TOLUCA A CANCÚN
Somos un país, pero hay tanta riqueza cultural, jamás había visto tanto verde junto, mis ojos no alcanzan a abrazar tal belleza.

Arribo a Cancún, me esperan mis amigos, mi familia. Llego y experimento calor y viento, mar turquesa, arena acariciando mis pies, vodka con arándano; a la mañana siguiente una lluvia torrencial que parecía inundar al mundo, y mis ojos se deleitan ante tal espectáculo.

Hoy estoy frente a la inmensidad platicándole, gritándole al horizonte palabras que surgen de lo más profundo de mi, oliendo, escuchando atenta esas eclosiones que influyen directamente en mi palpitar.

Ahora me tomo un delicioso “Alfonso XIII”; jamás imaginé lo que pudiera acercarse al paraíso, toda mi vida crecí en el desierto, las imágenes televisivas no se acercan un poco a lo que mis ojos vieron … y me encuentro extasiada, ¡amo la vida!

ISLA MUJERES
Una mañana en que decidimos mis compañeros y yo visitar Isla Mujeres, me preguntaron si quería hacer “snorkel” (no sé nadar, jamás esperé que nos hicieran tal ofrecimiento, únicamente iba con la convicción de que vomitaría en el Ferry, como anteriormente me ha pasado) y dije valientemente SÍ, al principio tragué agua y me sentía muy rara respirando con la boca, lo hacía tan rápido como si se me fuese a terminar el aire, después pensé que no era necesario respirar así y comencé a hacerlo lento, tan lento que me relajé y me dejé llevar por ese mar turquesa, pude observar crías de pececillos de colores nadando junto a mi, vi pulpos, estrellas de mar, caracoles, arrecifes de coral, un mundo que respeto y siempre he temido y admirado; pero esta vez, mágicamente me dejé envolver por la calidez de un mar apacible y transparente, y mi ser flotaba en cadencia y armonía con tanta vida, y por un momento no sentí el tiempo y no quise que terminara el milagro de lo inenarrable, de sentir que estoy tan viva que nada me es imposible. Cuando salí de ese océano de color y encantamiento mi ser se quedó tan deslumbrado que mis amigos me preguntaron cómo me sentí, qué experimenté y juro que no pude decir nada, lo inefable se hacía presente.

EL DÍA ESPERADO
Qué grandes oradores pude escuchar, aprender la palabra es el camino de una vida, nunca terminaremos de conocer nuestro lenguaje y de embriagarnos en él. Hubo algunos que me provocaron escalofríos y otros tantos que me hicieron doblar de emoción.

Cuando estuve parada frente a centenares de personas sentía que en cada palabra crecía un poco más, que a cada movimiento iban quedándose pedazos de mi en ese escenario, pero a la vez me iba transformando al darme cuenta de cuánto necesitamos aprender, …vaciarnos para volver a empezar y empequeñecernos de nuevo para recibir tantas lecciones de vida.

Al enfrentarme a este reto pude aprender que al subir a ese escenario nacional ¡hemos ganado tanto!, sobre todo si nos dejamos ser un poco…, si logramos ser nosotros mismos desde cada átomo que nos compone. Aprendí también que si usamos la palabra hemos de hacerlo para amar y jamás destruir; disfrutar de lo que hacemos o no hacerlo; amarrarnos a nuestras memorias porque éstas son nuestras raíces, las que nos conectan con la inocencia del niño que algún día fuimos.

DE LA CIUDAD
Parece que experimento una película, veo personas, las escucho hablar, las siento diferentes de mí y me maravillo secretamente de su acento.

Es curioso que al llegar a otra ciudad nos encontremos ansiosos por engullir cada detalle, cual si quisiéramos tatuarlo en nuestra memoria, atesorándolo como sabiendo de antemano que ese pedazo de espacio-tiempo será irrepetible; es nuestro presente, gran regalo de saber que entre el azar y nuestras decisiones se pinta un sendero, sendero desconocido y sorprendente. ¡Que belleza no saber el día ni la hora exacta de nuestra muerte!

Me adentro a las colonias y me siento chiquilla de nuevo, le aplaudo a la mosca que pasa, me siento en la banca del parque y la percibo cual trono que me ha esperado todos estos años para que en ese preciso instante formara parte de mí…para siempre.

Cuán bello empaparse de ciudad cuando nos sabemos dueños de ella por unas horas, algunos días.

Qué fiesta ver amanecer un mar turquesa, una Toluca folklórica y tomar un colectivo, oler fragancias distintas e irreconocibles y deleitarme en rostros, en cuerpos y pieles siempre ajenas, siempre diversas y estar consciente de que cada ser humano que vi y con los que hablé… probablemente, ¡muy probablemente! sea la primera y última vez que los vea, que les compre un agua, que les pida la hora, que les pregunte por una dirección, la única vez que habré de recibir una sonrisa de amabilidad ante una forastera al preguntarme con curiosidad “¿no eres de aquí verdad?”, primera y última vez que les invite a platicar mientras voy sentada en un colectivo recorriendo plazas jamás recorridas.

Cada ser humano encierra un tesoro, es curioso sumergirse en una cultura en donde te rompen los esquemas, en la que te invitan a visitar una cotidianidad que no es la propia, y de repente pasa por mi cabeza la locura de querer vivir allí por siempre experimentando todo con el lente de una pequeña niña, siempre sorprendida, luego sonrío y despierto de ese sueño cuando mis raíces me devuelven a esta mi Baja California tan cálida y desértica, pero tan desde siempre mía.

No hay comentarios.: