Me gusta idealizar, ha de ser bonito tener dioses o creer en algo.
Por absurdo que suene lo que más me ha llevado a sentir una experiencia teológica es la música, por eso me gusta escucharla sin conocer a las personas que la hacen, la música por la música solamente, en su pureza, pues si conozco al artista mi ideal de perfección se viene abajo, el ser humano es tan imperfecto que desdibuja las más bellas sinfonías.
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