Jorge se ha ido, pero allá en la densa negrura del fondo del mar quizá ha nacido una bacteria. Una célula jorgiana fue llevada por el viento hacia aquella espesura, y mezclada con la mancha abismal e hirviente del manto...despertó.
Tal vez suceda que en millones de años esa especie curiosa e inquieta sea la que tome su maleta, encienda el motor y le diga adiós a este pequeño hogar, maravillándose en los confines desconocidos y viendo más allá de lo que los ojos de Jorge vieron.
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