marzo 30, 2014

Del olvido


Un mutismo que hiere las entrañas,
olor a otoño, a cenizas, a muerto,
ausencia que desteje los hilos del tiempo.

Narración silente,
castaño gris,
luna invisible,
espejo desierto.

Sus ojos en lontananza
hierven de no mirar,
el viento ya no canta ni danza.

Nombres clausurados,
Justina, Doroteo, Carmina,
!impronunciables!
Simeona, Aureliano, Úrsula,
fonemas que reposan bajo el fondo de las piedras,
en sílabas rotas.

Misterios inefables languidecen,
de otros rostros,
otras tardes,
otros sueños.

Días que renuncian a la historia y se fatigan ante la nada que pasa,
días sin fecha,
días sin memoria.

Noches que dormitan en viejos libros,
subrayados por Justina, Doroteo o Carmina.

Años que se esconden entre los muros de algún polvoso sótano,
vidas sin nombre ni lugar en el camposanto,
vidas sin sepulcro ni epitafio.

!Morir no es morir si te recuerdo!

La flama se extingue,
el fuego es rojo y calienta muy poco,
una a una las palabras van cayendo de los libros,
estrepitosas, solemnes, dignas,
unas se lanzan ante el absurdo del silencio,
ora de angustia ora de desasosiego.

No hay nadie,
los siglos son de arena,
aquél imperio un destello,
aquella gloria un fonema,
sin sentido ni gesto.

Y mientras la vida expira,
el abismo devora tiempo y verbo,
sin razón ni piedad;
vidrios enloquecidos lanzan violento estruendo,
los cielos, rotundo trueno,
el poeta, un último verso.

Y el abismo engulle a Roma, Troya y Germania,
con todos los césares, guerreros y arios,
dejando a su paso
un solar enfebrecido de añoranza,
ecos distantes:

"Veni, vidi, vici",
"Si dos se besan el mundo cambia, encarnan los deseos, el pensamiento encarna, brotan alas en las espaldas del esclavo, el mundo es real y tangible, el vino es vino, el pan vuelve a saber, el agua es agua", 
"Cogito ergo sum",
"Eppur si muove",
"And in the end the love you take is equal to the love you make",
"Gott ist tot",
"The sun is the same in a relative way but you´re older, shorter of breath one step closer to death".

Ecos disipados en torbellinos de nadas.

Y así, el universo seguirá su senda,
vaciándose de sí mismo,
en el más terrible absurdo,
en el más temido infierno,
sin memoria que guarde la grandeza,
sin recuerdo que preserve el dolor,
del amigo, la palabra, el cielo,
una caricia, el océano, un beso,

Y cuando el momento llegue,
enlodado de melancolía,
el olvido consumirá todos los ayeres,
y en la inexistencia el silencio resonará perenne.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Lo supieron los arduos alumnos de Pitágoras"...