noviembre 20, 2012

Vacuidad

La puerta se cerró y mi único referente de identidad se diluía.

La soledad y el vacío penetraron en mi,
la sangre se refugió en mi cabeza,
pensé en mi destino y en todo lo que había vivido.

El sudor recorría mis manos y también mi espíritu.

Los rostros se volvieron de cartón
y parecía que todos me miraban sin verme.

Y los olores olían a lejano, mientras yo yacía ahí,
lejana, perdida, en mi más completa soledad.


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