Brusca, bronca, acelerada, arrebatada, soy una troglodita.
No suelo tener accidentes, nunca me he quebrado un hueso ni abierto la cabeza, nada que me haga llorar de dolor, no me enfermo, no necesito inyecciones. No conozco el dolor.
Quizá suene exagerada, o me victimice, pero hoy me corté un pedazo de dedo picando repollo fino y lloré y lloré y me punzó el alma, me asusté mucho, se me hizo algo tan estúpido de mi parte que me enojé conmigo y mi inutilidad.
No obstante me hizo pensar. Lo mismo que me aqueja casi todas los días, en ese breve pero profundo existencialismo de madrugada en el cual me cuestiono la vida, la carne, la sangre y los huesos.
Pero hoy lo viví, dentro de mi hay un líquido rojo y soy una cosa blanda que se llama piel... y las células duelen, la sangre arde. Soy débil, soy aplastable, destructible, vulnerable. Si me cae un piano encima no seré más que un cúmulo de carne molida, de esa que comemos con pimienta y sal.
Es extraño que un pedazo de carne pueda pensar y llorar y todo eso que consideramos "humano".
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