Nosotros, los que tenemos conciencia, los que poseemos la razón, somos los que sabemos que algún día moriremos; ¿qué pasaría si tuviésemos conciencia de una eternidad?, de saber que viviríamos toda la vida, para siempre, aeternis, sin envejecer, robustos y llenos de pasión… ¿acaso nos enfadaríamos?, ¿nos abrumaría la pereza, la calma, lo insulso, vacío, frívolo y absurdo de lo eterno, así como nos abruma la muerte?
Cuando se nos atraviesa el sentir de la muerte, procuramos evitar pensar en ella y hacer como si no existiera ese fin, creemos que poseemos el tiempo porque nuestra categoría mental nos hace fantasear a modo de alucinación que la juventud es eterna, que el mundo es nuestro y tenemos libertad. Debemos pensar más en la muerte, mas no como un acontecimiento tétrico y triste, sino como la verdadera libertad, la emancipación de nuestro ser, de poder hacer y ser en esta vida, en lugar de odiar, de mostrar una falsa moral y actuar de manera incongruente; en vez de matar, de acabar con la poca humanidad que le queda a la humanidad y envanecernos de poder y gloria, una gloria pasajera: Magno, Marco Polo, Bonaparte, Hitler, han creído haberla alcanzado y lo efímero de nuestro respiro ha sucumbido con su vela.
Es maravilloso saber que moriremos, dado que la percepción del tiempo ha de cambiar drásticamente si nos supiésemos eternos. Por eso es necesario amar, abrazar y tomar de la mano a nuestros seres apreciados, ya que el amor es el único rastro de lo sublime, de lo bello, de Dios, el amor que sentimos es lo que nos absuelve de la barbarie y si en vida no logramos sentir amor por nuestros semejantes, por un animal, por la vida misma o por nuestro compañer@, no nos gloriemos de haber saboreado el elixir de la vida.
La lágrima que rueda por esta mejilla cuando sé que no estás, cuando te siento lejos por un momento es la muestra de que mi corazón está lleno y las emociones no caben en mí.
Es hermoso no saberse eterno, porque puedo ser congruente con mi sentir, no dejarme llevar por el falso triunfo y éxito que propone esta sociedad moderna, que ve a través del progreso y lo económico la victoria de la vida. Una absurda victoria que sólo tiene objetos que ofrecer, materia inerte que es vendida a mitad de precio en tiempos especiales, un consumismo que no deja más que vacío.
No me importa perderme de ese éxito y esa seguridad de la vida mientras tenga conmigo en mi pecho, esta eterna pasión por verte, no me importan los papelitos esos de colores que el Estado imprime para intercambiarlos por objetos, sólo me interesan 60 pesos para llevarte al cine los miércoles y observar tu emoción de niño,…pagar menos ya implica ir en contra del sistema, por lo menos…
Siempre preferiré seguir mi intuición, lo que yo Miriam que es mortal, sienta… arrojándome al sentimiento más puro y sublime de nuestro amor, dando mi vida incluso para merecerte y sentir que he borrado mi ego, esta individualidad que me distrae, ya no quiero ser miriam, quiero ser mdiarviiadm, para sentir el éxtasis inocente de nuestros espíritus danzando de amor.
Veo tus ojos, siento mis dedos fríos, se que me puedo comunicar contigo con un lenguaje, mas si no existiese ese logos, estoy segura que nuestras miradas buscarían en lo profundo y se reencontrarían siempre, Miriam y David, existimos… nos encontramos en el tiempo, no eres una criatura en otro planeta alejado de nuestra galaxia, eres David, de carne y hueso y un espíritu tan dulce.
¡Y qué importa si somos mortales!, cuando lo que amo de ti es lo que me dice tu mirada, tus movimientos que no son más que reflejo de ese espíritu danzarín, de esa alma de niño que sigue creyendo en Dios y la maravilla de las estrellas del universo.
Extraño la dulzura de tus besos, tu voz entre inocente y áspera, tu calor y que la música sea una condición sine qua non para nuestro hogar.
La eternidad la encontré desde el momento en que te amé y en el canto de esos niños bajo la lluvia, en nuestra luna de miel, en esa Habana vieja, en ese centelleo empecinado de aquellos astros sobre la mar, que no me cantan otra cosa más que vida y amor.
Cuando se nos atraviesa el sentir de la muerte, procuramos evitar pensar en ella y hacer como si no existiera ese fin, creemos que poseemos el tiempo porque nuestra categoría mental nos hace fantasear a modo de alucinación que la juventud es eterna, que el mundo es nuestro y tenemos libertad. Debemos pensar más en la muerte, mas no como un acontecimiento tétrico y triste, sino como la verdadera libertad, la emancipación de nuestro ser, de poder hacer y ser en esta vida, en lugar de odiar, de mostrar una falsa moral y actuar de manera incongruente; en vez de matar, de acabar con la poca humanidad que le queda a la humanidad y envanecernos de poder y gloria, una gloria pasajera: Magno, Marco Polo, Bonaparte, Hitler, han creído haberla alcanzado y lo efímero de nuestro respiro ha sucumbido con su vela.
Es maravilloso saber que moriremos, dado que la percepción del tiempo ha de cambiar drásticamente si nos supiésemos eternos. Por eso es necesario amar, abrazar y tomar de la mano a nuestros seres apreciados, ya que el amor es el único rastro de lo sublime, de lo bello, de Dios, el amor que sentimos es lo que nos absuelve de la barbarie y si en vida no logramos sentir amor por nuestros semejantes, por un animal, por la vida misma o por nuestro compañer@, no nos gloriemos de haber saboreado el elixir de la vida.
La lágrima que rueda por esta mejilla cuando sé que no estás, cuando te siento lejos por un momento es la muestra de que mi corazón está lleno y las emociones no caben en mí.
Es hermoso no saberse eterno, porque puedo ser congruente con mi sentir, no dejarme llevar por el falso triunfo y éxito que propone esta sociedad moderna, que ve a través del progreso y lo económico la victoria de la vida. Una absurda victoria que sólo tiene objetos que ofrecer, materia inerte que es vendida a mitad de precio en tiempos especiales, un consumismo que no deja más que vacío.
No me importa perderme de ese éxito y esa seguridad de la vida mientras tenga conmigo en mi pecho, esta eterna pasión por verte, no me importan los papelitos esos de colores que el Estado imprime para intercambiarlos por objetos, sólo me interesan 60 pesos para llevarte al cine los miércoles y observar tu emoción de niño,…pagar menos ya implica ir en contra del sistema, por lo menos…
Siempre preferiré seguir mi intuición, lo que yo Miriam que es mortal, sienta… arrojándome al sentimiento más puro y sublime de nuestro amor, dando mi vida incluso para merecerte y sentir que he borrado mi ego, esta individualidad que me distrae, ya no quiero ser miriam, quiero ser mdiarviiadm, para sentir el éxtasis inocente de nuestros espíritus danzando de amor.
Veo tus ojos, siento mis dedos fríos, se que me puedo comunicar contigo con un lenguaje, mas si no existiese ese logos, estoy segura que nuestras miradas buscarían en lo profundo y se reencontrarían siempre, Miriam y David, existimos… nos encontramos en el tiempo, no eres una criatura en otro planeta alejado de nuestra galaxia, eres David, de carne y hueso y un espíritu tan dulce.
¡Y qué importa si somos mortales!, cuando lo que amo de ti es lo que me dice tu mirada, tus movimientos que no son más que reflejo de ese espíritu danzarín, de esa alma de niño que sigue creyendo en Dios y la maravilla de las estrellas del universo.
Extraño la dulzura de tus besos, tu voz entre inocente y áspera, tu calor y que la música sea una condición sine qua non para nuestro hogar.
La eternidad la encontré desde el momento en que te amé y en el canto de esos niños bajo la lluvia, en nuestra luna de miel, en esa Habana vieja, en ese centelleo empecinado de aquellos astros sobre la mar, que no me cantan otra cosa más que vida y amor.