Respira...respira hondo, habla fuerte que todo se extingue.
No seas tímida, se fría, segura; infiriendo que todos desaparecemos algún día.
Habla como un elocuente político que adquiere los votos del pueblo por su verborrea; que tu rencor te transporte...cual Ave Fénix, que tu desconcierto por este sistema te lleve por encima de todo…, no dejes que te alcancen.
-“…pero odio vender, no espero nada”-
Defiéndete como si hubieses estado presa en Lecumberri y hayas sentido el caro precio del presidencialismo y el latigazo de la injusticia social te haya azotado; como si lentamente hayas tomado venganza y hecho sangrar a ese sangriento dictador…
Rompe barreras, quiebra ventanas, mesas, abre puertas, se solipsista... no hay nadie afuera.
-“No, prefiero quedarme en mi cuarto y pensar que estoy con Seiya y Saori y que la nobleza de sus corazones me circunden; que por un momento se me olvide Occidente y su mentalidad de mercader”-
Miriam has de robotizarte por breves momentos para estar aquí, enciérrate pues en ti misma y deja afuera únicamente la presencia de un vendedor y atiende amablemente a la clientela.
¿Qué importa entonces?...o qué… ¿buscas encontrar el cáliz sagrado de la vida?, no lo encontrarás!
-“Quizá el sentido sea solamente esperar, tener paciencia, ese orientalismo que occidente ha perdido por la tremenda rapidez onírica de la cual somos sujetos.
¿Qué importan los sentidos…los finales?, cuando se tiene un compañero de viaje, un buen par de discos y un paquete de cartas, un vino añejo o cerveza para atolondrar a las neuronas?
Pero me inventaré visiones, para dejar fuera la fría realidad.
¿Qué importa que soñemos, vivir la vida en el baile y en gran fiesta, una orgía perenne bajo la chispa de Dionisos y Diógenes el perro.
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