!Harto de sus vestiduras!, dentro de ese cuerpo hay un corazón rebelde, oscuro, que a veces odia, a veces busca venganza, que desearía no ir a todas las fiestas de inocencia e ir a los antros más sórdidos y caminar tranquilo por callejones tenebrosos; pero no, no hay manera de ocultarse, de dejar de llamar la atención, de que lo asocien con lo bueno, la elegancia, la pureza.
Un día se irá a brincar a un charco enlodado y bailará bajo la lluvia, romperá las reglas, comerá chocolate sin servilleta, engullirá un mango y se hará amigo de los gatos callejeros que deambulan por los techos.