A veces me sorprende la vida, hasta en lo trágico se puede llegar a mostrar benevolente, porque estoy consciente, porque a pesar de la burbuja reventada y algunas veces sentir el verdadero frío de las noches, me ha devuelto mis sueños, aquellos que no sé por qué se me llenaron de polvo.
Entiendo que de todas las posibilidades de ser, me tocó ser yo, una persona normal que le echa ganas, que trabaja, que también tiene problemas, pero que en general tiene muchas bendiciones, a pesar del mundo hostil en que vivimos, en el que las tragedias son cotidianas, y agarradas con fuerza al segundero del reloj, siguen esparciendo dolor.
Jamás me regocijaré del dolor ajeno, el dolor no debe de ser, ni el hambre debe ser sentida, nuestra razón nos ha dicho claramente que es monstruoso causarle daño a alguien, por lo que creo que hemos involucionado, algo pasó, nos casábamos con los hermanos para preservar la sangre, o la misma naturaleza que es más sabia, antigua y fuerte actuó para que uno de sus hijos se rebelara y nos desviara para fallar, para decrecer, y cual lemming, irnos poco a poco de este mundo, sin ser ella la responsable, porque no hay un ella, pero la fuerza que ejerce toma parte de cada pequeña vida, y es magnánima, y es sabia por hacer que ese algo falle, para autodestruirnos y que la vida se imponga.
En fin, agradezco poder ser consciente de todo esto, de las plantas, de los animales extintos y no, de las barbaries que hemos cometido como homo sapiens, de los actos de bondad que jamás han sido retratados, de la música, de poder conocer a tantas personas que son tan fascinantes como si cada una de ellas constituyera una especie distinta.