Una palomilla sobrevolaba en torno a la lámpara, hubo un instante en que el insecto suspendido y ella absorta se miraron a los ojos; ella lo ignoró y el insecto retándola juguetón dejó de verla ante su cruda indiferencia e ideó el plan macabro de sobrevolar sus espaldas, y una vez ahí, dentro del vestido, ella sintió que la médula incontrolable se erguía cual si tuviera vida propia, un microsegundo de sentirse, de saberse sangre, de saberse nervios y huesos.
Y así, una pequeña palomilla en su dulce venganza, la hizo reaccionar con un leve aleteo cariñoso en la piel, y abrir los ojos ante este mundo de "rutina y ruina", pero también a veces de sueños y de magia.
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