Y puedo constatar que en efecto, la vida es un sueño, y el tiempo es un balde de agua fría que nos despierta cuando casi se asoma el alba de la muerte.
Y creemos que al decir "la vida", el tiempo se desprende gota a gota, como si brotara de una eterna piedra que siempre estará dispuesta a refrescarnos, pero son pocos los días y pocas las horas.
***
Gotas de eternidad caen a pedazos, el tiempo es un engaño, una falsa categoría que nos abofetea y nos promete la escena de un final feliz, cuando apenas la vida comienza; y la historia nos sacude, nos despierta del letargo del reloj, con realidades que van más allá de la fotografía perfecta.
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Y el peso de sí mismo
cae sobre sí mismo,
queriendo encontrarnos,
entre las ruinas de
lo que alguna vez fuimos,
y nada asoma,
ni un rastro de ella,
como si nunca hubiera existido.
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