Aquel caballero era silencioso, taciturno, muy apuesto, quizá un toque sombrío lo describiría vagamente.
Cuando salía a la calle jamás lo hacía sin su bastón, su capa, sus guantes y su sombrero, de su bolsillo caía una cadena delgada que seguramente conectaba con un reloj que por su apariencia tendría que ser antiguo.
Impecable y de caminar lento, lo único que veía entrar y salir de su lóbrega mansión era un cúmulo de libros viejos, cada vez más libros.
Los vecinos siempre contaban historias en torno a él, algunas mujeres se habían enamorado, aquel hombre guardaba un halo de misterio, hasta que un día se le vio salir por la madrugada, presuroso, con una carreta amontonada de libros y enseres.
Mi ensueño con aquel hombre se fue disipando con un par de crímenes terribles que aparecían en los diarios y me atormentaban por las noches, decían que el asesino mandaba cartas retando a la policía, también afirmaban que eran prostitutas las que habían caído en manos de aquel despiadado chacal.
Un terror me invadió y en alguna ocasión en que iba regresando del burdel en donde trabajaba, con manos sudorosas y andar apresurado, me adentré en las fauces de un callejón que conducía a mi cuartería, un horror indescriptible recorría mis huesos, mi andar se hacía cada vez más pesado, hasta que divisé a lo lejos un hombre de capa y sombrero, era él, agradecí que fuera él, le diría que me acompañase a mi cuarto, asintió y me llamó por mi nombre "Absolutamente, Mary Jane" me dijo, me sentí digna y honrada, le tomé del brazo y ahora… soy el vago recuerdo de la última víctima de Jack…sí, del apuesto y escrupuloso Jack.
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