Voy cuesta abajo, velando el camino;
crepúsculo amarillo, eterno destino;
voy sacudiéndome la vida poco a poco,
sangre que fluye en eterno rojo.
Voy soltando fragmentos de mi,
en aquél abrazo sentido,
en aquella noche de abril
donde dejé mis suspiros.
Digo adiós a la canela,
al café y a la lluvia,
a esa voz...tuya esencia,
al calor de la vela.
Me quito la bufanda, los recuerdos, los zapatos,
dejo atrás la esperanza, la alegría, los besos;
segundo a segundo me despido un poco,
minuto a minuto me despojo.
Y me arranco los años,
me desato la vida,
me desenredo los sueños,
me desdibujo la risa,
me extirpo el deseo.
Y las preguntas calan una a una,
¿habrá valido la pena estar conciente?
¿o mejor la nada en el silencio perenne?
¿fui la autora de mis pasos?
¿cuántos días se esfumaron?
¿hice todo lo posible?
¿me equivoqué demasiado?
¿habré perdonado?
¿serían mis palabras nobles?
¿cuántas veces escupí veneno?
¿cuántas otras mi orgullo me venció?
¿es esto todo?
Cruzar el río,
montón de sombras,
vacío.
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