junio 03, 2011

El bulto

Pocas veces me asusto tanto. Aquella tarde me dispuse a regresar a casa temprano con el fin de dormir, pues no podía conmigo y el cansancio. Cuando me iba acercando a mi destino transitaba por un bulevar casi vacío, la velocidad con la que me desplazaba era aproximadamente 60 km por hora, cuando de repente pude observar que un bulto extraño se movía lentamente de un lado de la acera al otro, se me erizó la piel, las pupilas dilatadas, un frío intenso calaba y dolía, la sangre dejó de fluír por un momento cuando observé aquella aberración.


Al principio creí que era un perro, aunque ese bulto no se parecía en absoluto a lo que mis sentidos conocían como un canino; empero !quería creer que era uno!, pero cuanto más me acercaba el horror laceraba un espíritu debilitado con tal absurdo.


Estando aproximadamente a unos dos metros de ese cuerpo amorfo frené en seco, mientras el ente se arrastraba a cuatro patas y una cabeza enorme, ... súbitamente la entidad extraña volteó a verme lánguidamente y cuando hicimos contacto visual me observó tan fijamente que pude sentir el horror, cuando salí de mi abstracción y lo pude ver y descubrí qué era, el ente se paró a dos patas y erguido me sonrió con la sonrisa más pérfida jamás vista, se dio la media vuelta y se retiró caminando cual humano...


Era una noche solitaria, nunca supe cuánto tiempo aguardé en mi auto mientras divisaba a la figura perderse en el horizonte...; yo, en medio de una calle que parecía encantada.


Pocas veces me asusto tanto.

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