junio 11, 2011

Disney

Todo era un susurro, una imagen borrosa, un murmullo...


Y aconteció el momento, toqué a su puerta, me abrió y un perro enorme hizo reverencia con un ladrido melodioso, un vaso de limonada y una breve charla.


Partimos hacia nuestro destino, el camino estuvo acompañado de cientos de canciones que empapaban el alma de alegría. "These boots are made for walking...", "Tengo que confesar que a veces, no me gusta tu forma de ser...", "Ups I did it again"; un camino en el que definivamente aprendí a reír de nuevo, una atmósfera de amistad y calidez que invitaba a la fiesta.


La tarde cayó y habíamos llegado, el frío era inminente, pero era un frío con sabor a hogar, entramos expectantes, un grupo de electrónico nos recibió y no esperamos un minuto para bailar. La adrenalina se disparó y cuando comenzamos a contar diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno... una fiesta de colores danzaba en el cielo.


Ellas me tomaron de la mano, comenzamos a correr sin detenernos, mi pulsera se rompió, sólo reí y seguí corriendo con todos esos adolescentes encantadores, destellantes de juventud, hambrientos de risas, sedientos de vida, de brincos y júbilo, alguien vomító de tanta adrenalina.


Corrí y corrí a su lado, corríamos mientras una fina brisa fría besaba mi rostro... y mi corazón inquieto no sabía dónde meterse o para dónde correr o salir, pues no cabía.


Corrimos hasta llegar a un juego... quizá "Indiana Jones", según lo grabó mi memoria, y todo era nuevo, no sabía cómo reír, lo había olvidado pero en breves instantes todo mi ser y el de esos chiquillos con cuerpo de grandes se convirtieron en un refugio de niñez, y la inocencia y la sorpresa nos tenía invadidos, la carcajada y el fulgor en los ojos amenazaba con poseernos para siempre.


Luego corrimos hacia otro juego, no recuerdo si era la "Mansión embrujada", pero la sorpresa aletargó mi espíritu, no me alcanzaban los segundos para voltear y comerme con los ojos toda esa magia. No sé cuáles son los ojos de niña, ni cómo miran, no lo recuerdo, pero todo eso que sentí fue tan real y tan fuerte que creo que pude apreciarlo con una pureza que jamás había experimentado. Esas paredes, esos bailes, esos cuadros que hablaban, esos vestidos antiguos y candelabros fueron cautivadores.


Después fuimos a "Space mountain" y no esperaba nada, ...siempre creí que ese lugar me marearía, pero no... resulta que me mareó de alegría y casi vomito de felicidad...; sí...definitivamente es "the happiest place on earth"; cuando subimos a esa navecita y emprendimos nuestro viaje fue realmente convertirse en un internauta, viajar por el universo, sentir las estrellas, saludar al cosmos, un cosmos de fría negrura, puedo jurar que al final de ese juego quise llorar, en ese momento quise ser parte de esa nada brillante, de ese universo vacío pero tan lleno de sentido.



De repente estábamos en "Pirates of the Caribean", y toda esa tecnología deslumbrante me sostuvo en un estado de asombro constante, quise vivir en ese lugar, en esas casitas de vikingos borrachos, quise ser parte de otro siglo, de una época austera pero tan llena de descubrimientos, de romance.


Después mis amigos quisieron subirse a las tacitas, yo sólo observé, todo lo que da vueltas me hace vomitar, así que me reservé ese juego, pero sí que fue hermoso ver girar a esos niños; después fuimos a "Blanca nieves y los siete enanos", "Buzzlightyear", "Pinocho", "Peter Pan", "Autopia", y finalizamos de nuevo en "Space Mountain", en fin... recorrimos casi todo el parque y no queríamos que amaneciera, ... bailamos, caminábamos mientras danzábamos y la alegría y la energía no se iba de nuestros cuerpos, la noche parecía interminable, queríamos que lo fuese...; pero todo tiene fin, en este caso fue un final feliz, haber estado en un mundo como ese, tener la oportunidad de asomar al mundo de la niña que una vez fui fue algo maravilloso que jamás voy a olvidar, definitivamente tengo que volver.


De regreso llegamos a una playa, brincamos en la arena, Ale Pedroza y Oliver experimentaron un huracán, jugamos golfito, bailamos Dance Dance y la alegría no se terminaba... llegamos con el corazón repleto de niñez y los ojos nuevos, ojos de niños que quién sabe en qué momento fueron tocados por quién sabe qué duende o hadita mágica.


!Gracias duendecillos por invitarme!



Nunca los olvidaré: Letzi, Dulce, Nury, Ale Pedroza, Oliver, Roberto, Alina, Rossío, Alejandra, Karina y amigos.

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