Después de la tragedia que significó la vida, una especie de paz y grandeza inquebrantable.
Un pobre humano de mirada perdida va caminando lento mientras las notas agridulces del follaje le cantan más fuerte su soledad; cabizbajo, disminuido, cavilando sobre la decadencia que va emitiendo en cada suspiro.
Asoma al futuro y extenuado observa una fuente inagotable de maleza y pesar.
Abatido, ha buscado respuestas y encontrado preguntas, !infeliz! no sabe que es poco el tiempo que queda y es el tiempo el que le mortifica, le cala, le estruja y le funde con la corriente imparable del porvenir.
Aún con su mugre, su hambre y sus dos pesos sigue pensando en vislumbrar la gloria, y con los pies enlodados hace una pausa y se sienta junto a aquél árbol, no se sabe de dónde toma fuerza y todavía tiene el aliento para pararse digno sobre sus pies lacerados, avanza.
Himnos de dolor emanan de su danza, danza entrecortada, fe rasgada que se mantiene firme y en calma porque sabe que la tragedia está de llegar.
De repente se derrama en un grito y todas las emociones humanas son reunidas en un intenso acorde.
Un alma en ascención, un espíritu de lucha que por siglos ha ido cargando un pesar y que en ese peregrinaje poquito a poco lo va soltando.
Una caricia cobija su sombra, agua fresca al arrebato de una lágrima, ... abandonarse a la certeza de lo que no se ve.
Indefenso, sigue modesto, continúa, mira hacia el frente, carga su cruz y lleva el ritmo, podrá enfrentarse al tiempo y al destino.
Sudor en la frente, sudor en alto, guerrero en busca de un descanso.
Se desprende en un lamento de angustia, se levanta y con sus manos callosas va quebrando ramas que le cierran el paso, arrancando a jirones el azar.
Y a punto de rendirse, !un cúmulo de vitalidad lo colma y sucede!
Se precipita, emite un grito, llora, se desgarra, canta y se eleva, va dejando caer pedazos de historia, retazos de glorias, trozos de pesares, añoranzas, placeres, tardes de café, noches de frío, amores, dolores, sinsabores... .
Y ahora es una huella, una emoción, un ser más allá del desnudo, ligero, cual ave, que se despide glorioso con un acorde espiritual en La menor, y en un silencio jubiloso e inefable...se apaga.
1 comentario:
no había comentado. ja, me gusta llegar aquí a leer muchas cosas de un jalón. tengo un cuentecillo que se parece a esta historia, pero no lo encuentro para ponerte el link. lo seguiré buscando.
me gusta, esta visión del sth, y la visión en general de la vida y la muerte, desde esos ojotes que son los tuyos.
:)
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