abril 24, 2011

La piedra de las memorias





La siguiente información fue encontrada cuando una de las excavadoras intentó abrir el paso y reconstruir los caminos, el escrito era un cúmulo de hojas de libreta de viajero envueltas en rollo en una bolsa de plástico, éstas se encontraban al resguardo de una de esas enormes piedras que habían obstruido los caminos.

"Mi nombre es Irene Santacruz, y no puedo comprender lo que aquí está teniendo lugar; estoy segura que las próximas horas van a ser muy largas, así que trataré de narrar lo que hasta este punto ha sucedido.



I
Amanecía ya y se notaba que los viajeros sentían cierta incomodidad, pude pensar que tanto ellos como yo creíamos que algo no andaba bien; no obstante se les escuchaba decir que ese cambio brusco de percepción era un simple mareo.


Ese viaje era tan cotidiano que pocas veces acostumbraba a echar un vistazo al paisaje; mi trabajo me exigía recorrerlo casi cada fin de semana, lo cual me parecía tan repetitivo, aburrido, que hasta me sabía la cantidad de cruces que adornaban tétricamente el camino (muchísimos accidentes habían ocurrido y seguían sucediendo en esa carretera); podía distinguir el kilómetro en el que íbamos a partir de las formas de las colosales piedras; sin embargo, algo me decía que hoy el espectáculo sería distinto.



Un grupo de viajeros veníamos subiendo el sinuoso camino llamado burlonamente ´el espinazo del diablo´, cuando nos percatamos de que nada estaba en su lugar, el paisaje había cambiado y se encontraba perdido en lo que anteriormente parecía un laberinto estructurado.

Cuando íbamos subiendo, un par de piedras enormes tomaron lugar en medio de la carretera, el viento soplaba interminable, era una sensación incómoda que incluso parecía querer deirnos algo; al principio el conductor no le dio importancia y creyó que era una azarosa coincidencia, empero al seguir avanzando volvió a suceder y tuvo que maniobrar para no caer por aquel abismo que prometía ser una muerte por demás escandalosa, esa enorme montaña de piedra convergía al fondo en un extraño recoveco de un mar en furia.



Cientos de científicos alrededor del mundo habían estudiado el lugar como una excepción a todas las formaciones naturales del planeta, sin dar alguna explicación coherente al extraño fenómeno, nadie se explicaba que una montaña que medía aproximadamente 3, 200 metros de altitud, tuviera enormes piedras que hacían las veces de cerco natural, en donde en algunas partes del año se colaban los restos de un mar aguerrido y lo puntiagudo de sus formas hacían que pareciese una explosión cada que el agua retornaba; naturalmente toda la flora o fauna que pudiera existir desaparecía al chocar con esas punzantes piedras, pues el mar literalmente se daba de golpes con la sinuosidad castrante del suelo accidentado.



Hacía tiempo ya que había estudiado la universidad y recuerdo muy bien que de entre las investigaciones que mis colegas y yo habíamos realizado estudiando el área, pudimos encontrar notables hallazgos, dado que al tope de esa montaña de piedra había restos de coral, de sargassum y de liquen gomosso, vestigios que databan de hace millones de años. Lo cual implicaba que el mar estuvo ahí, en todo su esplendor, en otros tiempos. Ese fenómeno se presentaba los últimos dos meses de cada invierno, y cuando asomaba la primavera un cementerio de animales marinos asolaba la región, el olor era putrefacto y el paisaje asemejaba la desolación; a veces me preguntaba a qué Demiurgo burlón se le habría ocurrido fraguar este bárbaro final.

Lo narro de esta manera porque uno de mis miedos se vio materializado el día de hoy; anoche había tenido un sueño algo extraño, vivía en un valle al sur de la metrópoli, e iba subiendo una montaña llamada extrañamente "La Rumorosa", pues se decía que en las noches de vientos, aquél lugar cantaba murmullando ciertas frases ininteligibles al oído humano; en ese momento nevaba y mientras iba conduciendo la carretera se congeló, el auto derrapó en el hielo y al fondo de ese gran abismo había mar, la máquina que conducía pareció tener el peso de una pluma y salió volando hacia ese horrendo lugar de muerte, alcancé a salirme y a tomar con fuerza uno de esos riscos de hielo, quedando suspendida y horrorizada; eso es todo lo que recuerdo y siento horror profundo porque esa sensación de un viento que algo quiere decirme la siento en este preciso instante.

No sé nadar, lo profundo del mar siempre ha sido una constante de terror para mi vida, prefiero evitar a toda costa estar cerca, alguna vez estuve a punto de ahogarme y en lugar de hacer algo contra ello me dejé hundir, no sé qué fuerza misteriosa ejerce sobre mi que no le opongo resistencia; en otra ocasión viajé cuatro horas mar adentro para contemplar a las ballenas, pero el malestar no se hizo esperar, mareo constante, vómito y una debilidad que casi me cuesta la vida, realmente fue una de las peores experiencias, pues vomitaba al grado de sentir que me asfixiaba. En ese momento sólo pensaba en una cosa, morir sería más placentero, ese total de ocho horas viviendo un suplicio me hizo desarrollar una extraña fijación con el océano, pues era una constante en mis sueños.

II
Han pasado ya diez horas, hemos querido avanzar poco a poco pero las piedras se encuentran por todos lados, hemos removido algunas con ayuda de todos y avanzado a vuelta de rueda, casi sucede lo que en mi sueño y siento vértigo de sólo pensarlo; me encuentro mal, mareada y desorientada así como muchos de mis compañeros; quisiera saber qué está pasando, !otra piedra!, ahora sí el camino parece haber sido bloqueado, creo que saldré un momento.

III
El viento no había dejado de soplar, lo peor es que esos sonidos chocaban con las abismales piedras rebotando y construyendo ecos que me resultaban escalofriantes. No sé por qué razón pero esos sonidos me parecían conocidos, había tenido algunos estudios en filología y la lengua muerta del latín arcáico era mi especialidad. Siempre llevaba conmigo la grabadora de mano por si se ofrecía, se me ocurrió grabar aquellos rumores, y lo que a continuación describo puede resultar inaudito, pero la reproducción de esos sonidos y lo que escribo es fiel transcripción.

´Itzuka yukuo no mahou no torica´, es esto lo que a mis oídos parecía una mera suposición,
extrañamente parecido a la fonética celta, la cual tiene un significado aproximado a una de las lenguas indoeuropeas, en específico al latín arcáico que data del siglo XVIII a.C., y haciendo una comparación de fonemas y significados pude concluir que ese musitar del viento era algo así como "Alea iacta est, bellum omnium contra omnes, hoc voluerunt", "La suerte está echada, guerra entre todos, contra todos, ellos lo quisieron".



El camión avanza...

Entonces pude constatar algo, la lógica me decía que (de manera extraña a toda ciencia humana) quienes emitían esos sonidos bizarros eran las piedras, !estaban vivas! y en su conjunto guardaban los ecos secretos de una civilización altamente inteligente y perceptiva que vivió antes de que la especie humana evolucionara, quienes habían sido capaz de vivir bajo el mar, y que de alguna suerte de superstición nos dejaba un mensaje que debía ser transmitido a la humanidad a la que pertenezco, una especie que no se ha dejado de matar entre sí, con una historia que bien pudiese identificarse con el nombre de !Barbarie!; quizá sea ese el murmullo del cataclismo que nos espera, finalmente...´la suerte está echada´."



Sus restos fueron encontrados ccuando la marea bajó, después de que la carretera se congeló, una piedra obstruyó su camino y el camión en el que viajaba se fue al voladero, no hubo sobrevivientes.

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